La FIA sorprendió a los equipos de F1 al negar sus diez votos para la ampliación de los Sprints de 2023 de tres a seis. En principio, la idea de Liberty Media era duplicar el número de Sprints este año, pero en el medio se metió el brote inflacionario global, y los equipos utilizaron la negociación para forzar una ampliación del límite presupuestario de este año (140 millones de dólares). Entonces, casi al comienzo del campeonato, la FIA se plantó y pateó la pelota para 2023.

Ahora, cuando todo parecía encaminado para una aprobación de seis Sprints en 2023, la FIA puso sus diez votos en contra (se necesitaban 26 de los 30 votos de la Comisión de la F1, que integran los equipos junto con la FIA y la FOM/Liberty Media). La versión que hicieron circular las escuderías es que el presidente de la FIA, Mohammed ben Sulayem, pidió “una contribución financiera de los equipos” para aprobar el nuevo plan; la FIA adujo que se precisaba “una evaluación adecuada del impacto en el personal”.

"No pedí más dinero, pero si lo hubiera hecho, hubiera querido usarlo de la manera correcta: invertir en la regulación adecuada del deporte", declaró Sulayem al Daily Mail.

De todos modos, algunos de los dirigentes más caracterizados de la F1, como Zak Brown, de McLaren, quedaron desconcertados por el súbito e inesperado disenso de la FIA y Liberty, pues desde 2017 caminaban ‘de la mano’ en todos los asuntos y, si había divergencias, las conciliaban antes de los plenarios de la Comisión de la F1: jamás las expusieron allí. “Creo que la mesa estaba un poco sorprendida de que no lo hubieran discutido con anticipación y lo alinearan cuando llegaron a la reunión. Pero creo que al final del día, se solucionará”, matizó el estadounidense.

¿Cómo se traduce este matete? Sulayem es el líder del ecclestonismo residual. Se llama aquí ‘ecclestonismo’ a cierta manera de manejar la F1 y la FIA desde la FOM, y a grupos dirigenciales que estuvieron bajo el ala de Bernie durante décadas, y que quedaron postergados de los puestos decisivos de la FIA durante la gestión de Jean Todt.

El dirigente francés se pasó su gestión mucho más preocupado por pintar carteles de ‘si bebe, no conduzca’ que por gestionar el desastre que generaron el Pacto de la Concordia 2012 (la última gaffe de Bernie, que agudizó las desigualdades económicas en la F1) más la pésima acogida que el público le dio a la F1 V6 Turbo Híbrida.

Recién en el último tercio de la década pasada, con la aparición de Liberty Media dirigida por Chase Carey y (desde lo técnico-deportivo) por Ross Brawn la F1 empezó a reconfigurarse comercial y deportivamente. La actitud de Todt fue plegarse a las estrategias comerciales de los nuevos dueños de la FOM. Ello significó abandonar la nefasta y anquilosada orientación comercial de la FOM en la última década del principado de Ecclestone; Casey y compañía le imprimieron un sello 'yankee' a su gestión comercial y fueron dejando de lado paulatinamente a Bernie, que masculló bronca (no siempre) en silencio durante el último lustro.

Lo que significa este voto negativo de la FIA ‘por ahora’ contra la ampliación de los Sprints es un freno al manejo sin obstáculos de la F1 por parte de Liberty Media: la idea es de Liberty (puntualmente, lleva el sello incoherente de Stefano Domenicali en su concepción). Politiquería. Tendencialmente, es una nube negra que se asoma en torno al cielo diáfano de esta F1 de Liberty Media y el Mundo Netflix; el tiempo nos dirá muy pronto si asoma una tormenta.