La FIA sancionó con diez segundos a Max Verstappen por clavar los frenos en plena recta cuando debía devolverle la posición a Lewis Hamilton tras mantener el liderazgo yendo por fuera de pista en la Vuelta 36 del GP de Arabia Saudita. Sumándole los cinco segundos por esa maniobra, el neerlandés perdió 15 segundos… pero queda delante de Valtteri Bottas. Así, la FIA finge sancionar a Verstappen sin tocar el campeonato más igualado en décadas.

Lo mismo hizo en Gran Bretaña, cuando sancionó a Hamilton sin castigar su echada de pista a Verstappen (muy elegante, eso sí, al lado de la maniobra de Max en la recta de Jeddah), y le dejó descontar de un saque 25 puntos de desventaja: terminando segundo esa carrera, Max hoy estaría 18 puntos arriba… y eso si no hablamos de la curiosa y grotesca ‘chuza’ de Bottas en Hungría, cuando sacó de la pelea por la victoria a Red Bull en pleno.

El hecho culmina un año de degradación de la coherencia en la dirección de Carrera de la F1. Michael Masi fue devorado por el Mundial más político del siglo y hoy mendiga y negocia con los popes de Mercedes y Red Bull para ver si “aceptan” o no las sanciones.

Ello ocurre en el marco de la incoherencia mostrada por Liberty Media, que en los últimos años está aceptando circuitos que no cumplen las normativas de seguridad que la FIA se impone a sí misma. Jeddah es un circuito espectacular, pero tantas curvas ciegas a ese promedio de velocidad pueden causar una catástrofe. El nivel de los pilotos, pero también la casualidad, no deben exculpar la temeridad y la falta de consistencia de las decisiones técnicas de la FIA, contaminadas por el legítimo interés comercial.

El fallo de la FIA atribuye “predominantemente la culpa” de la maniobra de marras a Verstappen, a quien acusa de ralentizar “de manera significativa en la Curva 26. Fue obvio que ningún piloto quería ponerse líder antes de la tercera zona de detección de DRS”, reza el fallo. Los comisarios definieron como “irresponsable” la frenada de 2,4G de Max.

Sin querer exculpar al piloto neerlandés, las órdenes ambiguas de Red Bull (“Dejalo pasar, pero de manera estratégica”, se sobreentiende para quedar en zona de DRS en el siguiente segmento del circuito) fueron ejecutadas por el fogoso aspirante al título de la manera más antideportiva posible.
Durante la mayor parte de la temporada se hablaba en Continental Web de un Verstappen granítico, inmune mentalmente a los aciertos del rival y a los errores propios. Hasta México 2021, estábamos ante un piloto que no había alcanzado su techo.

Desde Brasil, Hamilton le ha mostrado a Max su techo: si la mayor parte del año Lewis pareció nervioso y bajo presión, desde su espectacular victoria en Interlagos el heptacampeón se convirtió en Verstappen y acosó y llevó al límite a Max, poniéndolo a la defensiva y obligándolo a maniobras sucias y a estar a la defensiva y a la desesperada en todo momento.

La escena del podio en Jeddha se pareció a los tiempos en que Hamilton terminaba destruyendo psicológicamente a Rosberg en su lucha fratricida con toda clase de maniobras y triquiñuelas psicológicas dentro y fuera de pista. Lewis se mantuvo frío durante la ceremonia de entrega de trofeos, y luego desató la algarabía dándole expresamente la espalda a Max, que, incapaz de soportar el festejo, se fue cabizbajo sin nada que festejar.

El año de ambos fue tan grande, y el año de la F1 tan sorprendente, que todavía Max puede ir a Yas Marina, ganar la carrera limpiamente y ser el campeón del mundo que vimos la mayor parte del año. Pero la sensación es la de un Verstappen que se sabe inferior en el momento clave del campeonato, y un Hamilton sereno pontificando sobre lo bueno que es su equipo y sobre que él nunca se rinde.

En última instancia, la anécdota no debe ofuscar la apreciación del cuadro general. Desde el punto de vista conductivo, el campeón de 2021 será un grandísimo campeón. Durante la mayor parte de la temporada, Verstappen presionó y llevó al error a Hamilton como nunca nadie jamás lo había hecho; en las últimas tres carreras, Hamilton dominó de manera apabullante a Verstappen, hasta llevarlo a maniobras desesperadas y fuera de reglamento como esta de Jeddah. Estamos viendo nuestra propia versión de Senna-Prost.