Desde mañana a las 10.30 hora argentina, la F1 visita Jeddah para correr el primer Gran Premio de Arabia Saudita. Por la plata baila el mono, y también Stefano Domenicali, que ha dejado de lado toda la verborrea de corrección política que le impuso a la FIA su actual presidente, Jean Todt y acepta los billetes grandes del país que venga, así sean estados paria en términos de derechos humanos como Catar y Arabia Saudita.

No es el único hándicap que entrega Liberty Media bajo la égida del hombre que destruyó a la Scuderia Ferrari (hasta hoy mismo, de modo irreparable) y que retrotrajo las categorías FIA de monoplazas al estado de incoherencia, solapamiento deportivo e inviabilidad financiera previo a la gestión de Gerhard Berger en la Comisión de Monoplazas de la FIA. Además (Azerbaiyán era hasta ahora el ejemplo palmario), FIA/FOM también está obviando de manera temeraria para la salud de los pilotos los parámetros de admisión de circuitos que la misma FIA se autoimpuso tras las muertes de Ayrton Senna y Roland Ratzenberger en 1994. En Catar (y antes en Zandvoort, y antes en Bakú) no se ha respetado la anchura mínima de pista (y en Zandvoort, tampoco el grado de peralte admisible). Aquí, se monta un callejero con paredes cubiertas de Barreras Safer en un circuito del que se prevé un promedio de velocidad de 250 km/h. Voces autorizadas como la del excampeón del mundo Damon Hill advierten que se está merodeando una catástrofe, de la que sólo la pericia de los pilotos nos viene salvando.

En cualquier caso, si las Barreras Safer cumplen su función tan bien como en los óvalos de la IndyCar, cualquier toque a los muros significará el fin de la carrera: imagínense un Muro de los Campeones como el de Canadá pero repetido una docena de veces en un circuito con un 25% más de velocidad promedio que el del semipermanente de la F1 en Montreal. Seamos más medrosos: recuerden el dantesco accidente que casi le cuesta la vida a Robert Kubica en la horquilla del mismo circuito Gilles Villeneuve.

En este contexto se disputará el anteúltimo Gran Premio de la temporada más larga de la historia de la F1, y la primera carrera del año que puede consagrar a un campeón del mundo (Verstappen será campeón si gana y suma el punto por vuelta rápida, con Hamilton ubicado del sexto puesto para atrás).

A los muros se suman tres zonas de DRS, dos de ellas ¡en curva! Pese a todo lo cual, los ingenieros no esperan velocidades punta mayores a 320 km/h.

A la posible inmadurez de un asfalto acabado tres meses tarde y quizá rezumando aceites (recuerden Turquía 2020 y Corea 2010), se espera que haya arena complicando la tracción. Además, la temperatura del asfalto será baja en las sesiones oficiales (Qualy y Gran Premio se corren de noche), lo que ayuda a explicar que Pirelli haya elegido su gama intermedia de compuestos. Además, en segunda vuelta más larga del campeonato (después de Spa), el tiempo de vuelta rondará los 90 segundos, con lo que no habrá suficientes vueltas para engomar completamente la pista en las prácticas libres.

En un circuito de tales características y completamente desconocido para pilotos e ingenieros, se prevé que el coche de seguridad salga varias veces, aunque el nivel de la mayoría de los pilotos de la parrilla suele desmentir esas profecías. La falta casi absoluta de frenadas fuertes dificultará los sorpassos, con lo cual se sumará incertidumbre a nivel estratégico: un Safety Car oportuno puede ser la clave de la victoria.