Se podría comenzar esta crónica diciendo que Max Verstappen ganó de manera aplastante el GP de Bélgica de F1 y que Red Bull humilló a una Ferrari que, como hacía varias carreras no pasaba, estuvo inerme frente al ritmo del coche austríaco.

También se podría decir que 'la FIA se cargó otra vez el campeonato'. Con la obligación de subir la altura mínima de los autos 15 milímetros desde este fin de semana en Spa, liquidó uno de los puntos más fuertes de Ferrari y perjudicó en general a toda la parrilla, pero en menor medida a Red Bull, beneficiado por un diseño más armónico y equilibrado, y con un piloto en su mejor momento como Verstappen, capaz de lidiar con coches más indóciles mejor que los demás.

La carrera, simplemente, se acabó en la Vuelta 18, cuando Max pasó como parado a un Sainz Jr que venía con gomas Medias diez vueltas más jóvenes. Antes, el neerlandés había armado un festival de sorpassos desde la largada, liquidando diferencias de 4 o 5 segundos en un par de vueltas (incluso con su compañero de equipo, Checo Pérez, que perseguía sin mucha enjundia al poleman y entonces puntero Sainz Jr).

Pero la humillación para Ferrari llegó tres vueltas después, cuando, también en el final de la recta de Kemmel, ante la mayor multidud de neerlandeses congregados en el circuito belga, pasó por afuera con total facilidad al español para ponerse segundo. Lo hizo con un auto que no le quedó cómodo en toda la carrera. Para demostrar este punto, Verstappen se le escapó desde ese momento a razón de un segundo por vuelta en las siguientes diez, grosso modo.

F1: gana Verstappen en Spa, Red Bull humilla a Ferrari, Russell cosecha donde Ham desperdicia

Desde allí, todo fue lucha por el tercer puesto entre Sainz Jr y un inconmovible Russell, que no presenta por el momento la tendencia a la desesperación que a veces lleva a su compañero de equipo a quedarse afuera en una maniobra ridícula como la que intentó dejando sin pista a Alonso y caminándole por arriba al Alpine del asturiano al mejor estilo Pastor Maldonado.

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Desde ese momento, la carrera fue mayormente anodina, pero dejó faenas destacadísimas. Además del granítico Verstappen y el impávido Russell, debe destacarse a Ocon (largó desde el fondo por reemplazar partes de su auto y terminó séptimo, cerquita de su compañero de equipo, Alonso, que había largado tercero pero perdió mucho tiempo metiéndose en luchas para las que le faltaba auto). También a un Gasly que se sobrepuso a la pobreza de su Alpha Tauri para llegar noveno, en parte gracias a un increíble Albon que, con el peor coche de la parrilla, se mantuvo impertérrito en el décimo puesto con una jauría detrás. Tampoco puede desdeñarse la tarea de Vettel, combatiendo denodadamente toda la carrera para arribar en el octavo puesto con un Aston Martin desharrapado, que está una uña detrás de todos los equipos del medio.

La contracara de los recién nombrados, además de Ham, fue Latifi, metiéndose en lugares de los que no podía salir con el auto entero y cargándose la carrera de Bottas, de paso. Cero para los dos, este fin de semana.
La contracara de los recién nombrados, además de Ham, fue Latifi, metiéndose en lugares de los que no podía salir con el auto entero y cargándose la carrera de Bottas, de paso. Cero para los dos, este fin de semana.

El campeonato, se sugería ayer en Continental Web, es cosa juzgada si la perspectiva que marcó todo el fin de semana en Bélgica es fiel a la realidad: con distintas temperaturas de pista, tipos de neumáticos, tipos de sesiones, Verstappen (que no Red Bull) fue abismalmente superior, de una manera que no se ve en la F1 (salvo por los 200 caballos extra que tenía Mercedes a principios de la Era V6 Turbo Híbrida) desde los tiempos de Schumacher.

Con esos rivales se mide hoy por hoy Max Verstappen: con los mejores de la historia.

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