Los períodos de Jean Todt como presidente de la FIA estuvieron signados por el vendaval que heredó de parte de Bernie Ecclestone / Max Mosley y el Pacto de la Concordia de 2012 (que a la postre les entregó dos tercios de los ingresos de la FOM a Mercedes, Ferrari y Red Bull, y migajas a los demás equipos), así como por intentos de corrección política en la forma de carteles intachables como “Si bebe, no conduzca” y, entre otras medidas, la creación de un campeonato femenino internacional de F3 (ahora, por cuestiones comerciales, llamadas Fórmula Regional, en uno de esos absurdos tan típicos del cerebro de Stefano Domenicali) “para promover la inserción de la mujer en el deporte motor”. 

Pues bien, a principios de año hablábamos sobre la falta de compromiso de la FIA con su propia creación: luego de dos temporadas con un año de parate en el medio por la pandemia, las W Series no promovieron una sola pilota a los campeonatos internacionales de monoplazas de la FIA. 

Apenas, azarosamente (por el hundimiento del DTM hace un lustro), la categoría femenina ligó ser telonera de la F1, cuyas categorías escuela, la F2 y la F3, intentaban un esquema de tres carreras por fin de semana con menos fechas a lo largo del año que no funcionó a ningún nivel y les restó visibilidad y méritos a los pilotos más destacados. 

Pasada la pandemia (y el experimento de fechas triples en la F2 y la F3), la W Series quedó como tercera telonera, en un verdadero gesto de integración de la FIA que ahí nomás se quedó. Desde entonces, vamos rumbo a un tercer título consecutivo de Jamie Chadwick, pilota profesional que jamás interesó siquiera a la F3 y que debería haber abandonado la categoría promocional tras el primer título (si no, ¿qué sentido tendría llamarla promocional?).

Pero la carestía de talentos sub20 femeninos para alimentar la categoría es tal que su escueta parrilla de dieciocho autos necesita de valores completamente pasados en edad, como Kimilainen, Moore o Visser, para darle nivel al campeonato. Con el problema subsiguiente: las buenas 'veteranas' tapan a las pilotas promisorias, que sí podrían ser atractivas para la F3. 

El sentido declarado de las W Series era promover chicas hacia la F3 y la F2, dándoles un buen basamento técnico y físico en la categoría. Si cuatro años después de su nacimiento no pudieron colocar una sola pilota en el Mundialito de la FIA, quiere decir que el fracaso del campeonato es abrumador. 

Pero, ¿es este fracaso por falta de talento de las chicas, o por falta de compromiso coherente de parte de la FIA para establecer acuerdos con equipos de la Pirámide FIA de monoplazas que les vayan dando espacio a uno o dos valores, como mínimo, por año? En este punto, hay que decir que la brecha de género bloquea a nivel sponsors las posibilidades de las chicas de subir: les cuesta mucho conseguir financiamiento por su lado, como es habitual en los pilotos que quieren subir en el universo FIA.

En este contexto, no resulta sorprendente que el balance de la categoría, presentado el 5 de septiembre último, exprese deudas por más de 8,3 millones de euros al 31 de diciembre de 2021, según consigna la publicación británica The Telegraph. A esto se suma que un sponsor estadounidense se bajó nomás acordar con la organización, y dejó al campeonato sin dinero para la última parte del calendario 2022, que incluye justamente los viajes más onerosos: Singapur y dos citas en Norteamérica (México DF y Austin) para finalizar el año. 

Ahora, ese final de año está en peligro. Se rumorea que si Chadwick gana el campeonato el próximo fin de semana, la organización cancelaría las últimas dos fechas. Además, las pilotas que terminen en las posiciones más encumbradas no cobrarían los premios en metálico que se piensan para financiar su ascenso en la Pirámide FIA. Mientras, tanto, en Marina Bay funcionarán con recortes de personal. 

Catherine Bond Muir, fundadora de las W Series, admitió que ya fue complicado terminar el campeonato anterior. Y la depreciación reciente de la lira, tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea, agrava los problemas para una categoría que, como casi todo el mundo FIA, opera desde Inglaterra. “En estos momentos se trata de sobrevivir, pero seguimos buscando apoyo monetario y no me rendiré”, prometió Bond Muir. 

Desde Continental Web se insiste: quizá la principal fuente de financiamiento de las categorías teloneras de la F1 existe y les da puras ganancias a los detentadores de sus derechos, Liberty Media / FOM. Lo único que tienen que hacer es, en vez de encanutarse el 68,7% por ciento de esos ingresos entre FIA, FOM y equipos de F1, es repartirlo entre quienes los generan: la F3, la F2 y las W Series. 

Sólo teniendo en cuenta esa vía, entrarían 40 millones de euros netos para los once equipos de F2, los diez de F3 y la W Series. Sería al menos un 40% de los presupuestos sumados de todos los equipos de todas esas categorías. Además, la FIA, que vende las carreras de F2, F3 y W Series dentro del paquete de la F1 no sólo a señales televisivas y de streaming, sino también a los organizadores de Grandes Premios, podría integrar esos ingresos por sponsorización y venta de tickets en una parte ínfima del total, pero clave para que los pilotos jóvenes no tengan que poner literalmente millones de dólares en el intento de llegar a la F1 (algo que no logra a veces ni un solo piloto por año en el último tiempo). 

Y se repite: no se trataría de ningún subsidio o beca para los equipos, sino de un retorno a lo que las categorías generan económicamente. Pero quien dirige en este momento los destinos comerciales de la FIA, Stefano Domenicali, tiene por principal virtud la de hacerse el oso y hablar de cualquier cosa para desviar las problemáticas que debería solucionar. Y cuando se le ocurre una idea, es una pavada soporífera como los Sprints…

En este marco, la gestión de Mohammed ben Sulayem, el presidente de la FIA desde hace menos de un año, comienza a aglutinar a los heridos y damnificados por las políticas gatopardistas del CEO de Liberty Media. Y en ese marco, la supervivencia de las W Series corre riesgo de convertirse en un tema menor, con gran perjuicio para el negocio, que pide a gritos una pilota en la F1.