Decimocuarta victoria de Max Verstappen en la F1. El bicampeón neerlandés se convirtió así en el  primer piloto de la historia de la F1 en subirse tantas veces al podio en una misma temporada. Marca a las claras lo que es el momento de Verstappen, de Red Bull y de la F1.

Max ya se codea con las leyendas
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Mercedes apostó a comenzar la carrera con neumáticos Medios y terminarla con Duros, y murió con las botas puestas... apostando a que el desgaste de Red Bull (sus dos pilotos comenzaron con Blandos y terminaron con Medios) obligaría a los austríacos a una segunda parada. Pero el desgaste en el Hermanos Rodríguez volvió a ser menor de lo esperado, y Max, en casa de Checo, mimó sus neumáticos como el tapatío y ganó otra vez sin despeinarse.

Vuelta 25: Max pone amarillos para acabar la Carrera lo más pancho
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La noticia confirmada es el hundimiento de Ferrari, ya claramente detrás de Mercedes dos fines de semana seguidos. Dos segundos puestos seguidos de un Hamilton que ya huele el primer puesto y ha dejado muy atrás ese comienzo pésimo de año, batallando con el peor auto de su vida (el Mercedes de principios de temporada) mientras Russell hacía frente a las dificultades con la imperturbabilidad de un Buster Keaton (aunque con menos porrazos). En las últimas carreras, la tendencia es a una enorme paridad en ritmo para ambos, pero con Ham casi siempre adelante de su talentoso y joven compatriota; claro, con una pequeña sacada de pista, sutil, en la primera vuelta, para superar al compañero de equipo sin ser penalizado; después Russell no lo agarró nunca más; trampitas de campeón que Lewis usa como nadie. 

Ham deja sin lugar en pista a George en la selva de la largada
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Ferrari, en contraste, giró a ocho décimas de segundo promedio en ritmo de carrera en relación al ganador (contando a su mejor piloto de este fin de semana, Carlos Sainz Jr: una constante siempre que Ferrari no pelea cosas importantes y Leclerc se desmotiva).

Carrerón de Ricciardo, que terminó séptimo, incluso aunque quedó con vuelta perdida y con diez segundos de castigo en su tiempo final por hacerle una maniobra de sumo a Yuki Tsunoda (lo levantó y lo sacó de pista, como si estuvieran en Budokkan, todo un mérito con estos bichos de más de ochocientos kilos). Pero el australiano, en el peor momento de su carrera, completamente irreconocible la mayor parte del tiempo, todavía entrega destellos de su increíble talento cuando se le alinean los planetas y el auto no lo desespera: acertó con la estrategia que Mercedes, demasiado conservadora, no se atrevió (pese a la enfática propuesta en ese sentido de Russell): aguantar cuarenta y pico de vueltas con los Medios y calzar los Blandos en el final.

En Budokkan o Titanes en el Ring, hubiera sido un momento glorioso: Ricciardo saca de pista a Tsunoda, y al cabo lo obliga a abandonar.
En Budokkan o Titanes en el Ring, hubiera sido un momento glorioso: Ricciardo saca de pista a Tsunoda, y al cabo lo obliga a abandonar.

Mercedes se equivocó y perdió toda chance de ganar una carrera que parecía posible en la primera mitad. Ricciardo acertó y le dio seis puntos importantísimos a McLaren en su lucha con Alpine, que sigue derrochando puntos a granel por errores y problemas de fiabilidad.  Hoy el motor de Alonso se fue muriendo de a poquito; Ocon llegó octavo después de pelear como gato entre la leña toda la carrera, y también Norris sumó un puntito para la escudería inglesa. Y Bottas, de sábado increíble, sufrió en Carrera pero logró de todos modos rascar dos puntitos para un Alfa Romeo que se juega muchos millones de euros con los puntos acumulados en el inicio de la temporada.

Alonso, orinado por una manada de Tiranosaurius Rex. Su motor se fue muriendo de a poco.
Alonso, orinado por una manada de Tiranosaurius Rex. Su motor se fue muriendo de a poco.

Hay que darle otra vez las hurras, en el desierto de los sin puntos, a la décimo segunda posición de Alex Albon; su compañero Latifi, último en pista como de costumbre y único con dos vueltas pertidas, incluso detrás de los Haas en una tarde negrísima, y de los Aston Martin, que completaron un fin de semana horrible.

El presente de la F1, vale reiterarlo, es el dominio de Verstappen y Red Bull. Con la estabilidad reglamentaria que nos espera las próximas tres temporadas, salvo que Mercedes encuentre un milagro en el coche de 2023, parece que nos fuéramos hacia un pentacampeonato de Max.

No es que la ventaja del Red Bull sea abismal; pero da la sensación de que la única manera de ganarle hoy por hoy un campeonato al neerlandés es teniendo un coche más rápido que él, algo que, merced quizá a los morlacos de más puestos en 2021 (y a cuenta de 2022, que no se conocerá hasta dentro de once meses) vulnerando el techo presupuestario, va a ser difícil de encontrar en la (eleática) convergencia tecnológica y de performances que se vive en todo proceso de estabilidad reglamentaria.

En ese contexto, quien quiera vencer, siquiera circunstancialmente, a Verstappen en el futuro, deberá correr carreras alla Brawn / Schumacher en la era de los repostajes: calculando homeopáticamente pequeñas ventajitas para quedar adelante en pista y después aguantar, o remontar con la suficiente superioridad como para empardar la diferencia real de rendimientos.

Veremos si la F1 nos sigue sorprendiendo el año próximo. Este año está casi todo jugado, salvo el subcampeonato que se le escurre a un desolado Charles Leclerc ante el no súper rápido pero sí pletórico Checo Pérez. Y el subcampeonato de Constructores, que no está en absoluto cerrado, a falta de dos carreras, entre Ferrari y Mercedes (también con tendencia favorable a los alemanes en la atropellada final).