En Continental Web lo veníamos avisando desde el año pasado. Luego de la parada de carro con alegatos mediante y amenazas apenas veladas de consecuencias judiciales de parte de Liberty Media, el presidente de la FIA, Mohammed ben Sulayem, redobló la apuesta y le recordó a Liberty Media / FOM que el campeonato de F1 “Es nuestro, sólo lo hemos alquilado”.

Luego de que la publicación económica Bloomberg filtrase una oferta del fondo soberano de Arabia Saudita para comprar la F1 por veinte mil millones de dólares (que fue rechazada por Liberty Media), ben Sulayem había declarado que la F1 “No es sólo dinero”, y que la responsabilidad del ente rector del deporte motor es velar por la salud del deporte, no sólo del negocio. Desde Liberty (que la prensa europea insiste en llamar ‘La F1’ por alguna razón desconocida) motejaron de “inaceptables” las palabras del mandamás del deporte motor y lo acusaron de extralimitarse en sus funciones e inmiscuirse en la política comercial de la FOM.

Ahora, ben Sulayem precisó que la FIA tiene voz y voto en cualquier operación de venta de la firma que gestiona los derechos de imagen de la F1. En 2000, durante la larga presidencia de Max Mosley en la FIA (fue lugarteniente de Ecclestone en Brabham, que se llevó a toda su gente de confianza a la F1, que colonizaron durante décadas), y en un acuerdo de una legitimidad cuanto menos dudosa, la FIA le asignó el uso comercial de la F1 durante cien años a la FOM a cambio de trescientos millones de dólares (menos de un tercio de lo que hoy reciben los equipos cada año); cuando FOM pasó a manos de Liberty Media, todos los derechos pasaron a la entidad que hoy intenta coludirse con ‘La F1’. Ahora bien: existe una ‘Cláusula Don King’ que le reconoce derecho a veto a la FIA en cualquier cambio de propiedad.

El conflicto tiene la marca en el orillo del matete legal, organizativo y dirigencial que fue generando Bernie Ecclestone para acumular poder en su reducto y creación, la FOM, y para zafar de problemas puntuales que iban saliendo al paso del carismático dirigente. Entre los últimos desastres que causó Ecclestone (redituables para él y para los inversores y ruinosos para la F1) estuvo la salida a cotización en la Bolsa de Singapur, que dejó en manos de inversores cualesquiera la dirección deportiva, comercial y técnica de la máxima, y el Pacto de la Concordia 2012, que les entregó casi el 70% de lo repartido por la FOM a los equipos de F1 a sólo tres de ellos (Ferrari, Mercedes, Red Bull). Los efectos de ese Pacto de la Concordia siguen hasta hoy y serán difíciles de desenmarañar. Para colmo de males, Liberty Media pateó para el costado a Bernie ni bien asumió en la FOM, y el ‘ecclestonismo residual’ volvió al poder pero en la FIA (durante un tercio de siglo, un apéndice de Bernie al que le succionó todo el poder que pudo). Ahora, ben Sulayem trata de llevar aguas para el molino ecclestonista, que ya no está en la FOM/Liberty.

En este contexto enmarañado, insidioso y lleno de hipocresías y deslealtades, Andretti y Cadillac intentan entrar a la F1 en 2025, y los equipos, cuyos intereses están infiltrados en Liberty Media con el ‘tímido’ y ‘resbaloso’ Stefano Domenicali, sacaron las uñas para impedir la llegada de semejante coloso. De esta telaraña legal, de intereses, privilegios y egos puede salir que los mismos equipos que aceptaron la entrada de un equipo que no le suma nada a la F1 como Haas rechace la llegada de un coloso del deporte motor estadounidense, justo cuando la máxima experimenta su máxima popularidad histórica en el principal mercado del deporte motor en el mundo, en donde este año habrá tres Grandes Premios.