Tenía razón Leclerc el sábado: Ferrari tenía auto para ganarle a Verstappen este fin de semana. El piloto monegasco obtuvo una victoria importantísima desde el punto de vista anímico para él, que ya lucía desesperado ante los ridículos inconvenientes de las últimas carreras, todas complicadas para él por desastres mecánicos o estrategias de boxes pésimas de la Scuderia. También es un triunfo clave para el ánimo de Ferrari, que venía perdiendo por goleada desde Imola y, luchando contra los problemas de fiabilidad, empieza a dar vuelta la tendencia de los domingos.

Casualidad o no, en las últimas tres carreras llovió en algún momento del sábado, eso cambió el engomado de la pista y las jerarquías en parrilla se modificaron: siempre Red Bull asustó viernes y/o sábado, pero los domingos Ferrari se mostró competitivo, por momentos a la par y este fin de semana apabullantemente superior en relación a Red Bull. Es una gran noticia para el campeonato, que ya parecía ordenarse como un sendero de rosas para el bicampeonato de Max.

Se dijo al principio de la temporada en Continental Web, y se reiteró en las últimas carreras: la fiabilidad es una variable incalculable de la conformación final de la tabla de posiciones. Red Bull lo sufrió en las últimas carreras, en las anteriores había sufrido de manera humillante Ferrari y hoy le volvió a tocar a la Scuderia, con Sainz Jr que perdió lo que parecía un 1-2 aplastante de los italianos.

F1: angustiosa victoria de Leclerc, tras mostrar una superioridad aplastante

La carrera arrancó con un Russell muy agresivo contra un Sainz Jr que pudo recuperar la posición y acomodarse tercero. Acto seguido, el talentoso joven británico sacó de pista a Checo Pérez, que intentaba ponerse cuarto. Resultado: el mexicano a Boxes y último (a la postre, se retiraría con graves daños) y Russell sancionado con 5 segundos.

F1: angustiosa victoria de Leclerc, tras mostrar una superioridad aplastante

En cuanto se habilitó el DRS, Leclerc recortó distancias, se puso a tiro de Verstappen y lo acosó hasta pasarlo de manera brillante en la Vuelta 12 (lo había intentado en la 10). A esa altura, Sainz Jr también volaba y los Medios de Max empezaban a desfallecer.

F1: angustiosa victoria de Leclerc, tras mostrar una superioridad aplastante

Consecuencia: Red Bull hizo entrar al campeón del mundo en la Vuelta 14 para poner Duros. A partir de allí, quedó en claro que la previsión de carrera a una parada no se cumplía para el neerlandés. Además, salía de Boxes octavo.

Más atrás, Hamilton sufría para superar a un combativo Mick Schumacher (en las últimas dos carreras se convirtió en otro piloto: lo mismo que le pasó en algún momento de sus segundas temporadas en F4, F3 Europea y F2) y a un Magnussen siempre aguerrido. Los Haas demostraron que el motor italiano este año empuja mucho. En contraste, los Mercedes acusaron falta de velocidad punta todo el fin de semana, y eso lo complicó al heptacampeón británico, que recién pudo ponerse cuarto en la décimo quinta vuelta.

Max fue recuperando posiciones rápidamente, pero adelante las Ferrari mantenían un ritmo demoledor y apostaban a parar una vez menos que el neerlandés. Pasó a Hamilton (que ya se había puesto tercero tras dar cuenta del siempre eficiente Ocon) en la décimo novena Vuelta.

Leclerc entró a cambiar neumáticos recién en la Vuelta 27, dentro de la estimación de vida máxima del Duro dada por Pirelli: necesitaba hacer 44 vueltas con ese caucho si no iba a parar más. En la Vuelta 27 entró Sainz Jr y también calzó Duros, dejándole la punta provisional a Verstappen.

A partir de allí, las dos Ferrari mostraron una superioridad insólita ante el Red Bull de Max. En la Vuelta 33, Leclerc concretó su segundo sorpasso contra el atribulado Verstappen, que se defendió menos que el Minotauro de Borges. La Carrera parecía cosa juzgada.

Verstappen aguantó con los Duros hasta la Vuelta 37, quejándose de lo impredecible del coche. Volvió a calzar Duros y parecía la última parada. Las Ferrari se mantenían adelante con un ritmo inferior ahora al del neerlandés con neumáticos más frescos. Rememorando los tiempos de Ross Brawn y Michael Schumacher, la Scuderia reaccionó haciendo parar a Leclerc en la Vuelta 49 y a Sainz Jr en la 50.

Ya en la Vuelta 52, el monegasco acosaba por tercera vez a Verstappen (algo que no debe haber pasado en la vida de Max). Lo acosó en la frenada de la Curva 3, condicionando la tracción de Verstappen en la aceleración siguiente, y lo pasó por adentro con la inteligencia, la frialdad y la precisión que hacen de Leclerc un fuera de serie.

En la Vuelta 56, Sainz Jr hacía Vuelta Rápida y giraba casi un segundo y medio por vuelta más rápido que Verstappen. Parecía otra vez cosa juzgada el 1-2 para los coches rojos, pero cuando Carlos tenía ya a Max a punto caramelo, la Ferrari empezó a echar humo, y el español estacionó el auto en la primera escapatoria que encontró; el auto se prendió fuego y fue abandono y Virtual Safety Car (la única neutralización de la Carrera).

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Ferrari estuvo rápida otra vez y Leclerc entró a calzar Medios, seguido de Max que ídem. Ambos tenían parada gratis, con Hamilton tercero a medio circuito.

La Carrera se reanudó y en la Vuelta 61 Leclerc empezó a preguntar desesperado qué pasaba con el acelerador: primero funcionaba 'extraño' y finalmente se verificó que el pedal no terminaba de volver a su posición original en las zonas lentas en un margen de un 20 a un 30%. Doblar resultaba cada vez más inseguro y difícil para el monegasco; Max olió la sangre y tiró todo lo que quedaba con unos Medios que a esa altura le estaban viniendo mejor al as de Red Bull.

Pero no hubo tu tía: Leclerc manejó como un supercampeón y llegó primero con un margen de más de un segundo sobre Verstappen. A un eón de distancia llegó Lewis Hamilton en otra actuación sin fisuras, sobreponiéndose a un motor Mercedes que no daba nada en las rectas. Lewis salió del marasmo y volvió a ser el piloto siempre peligroso de la época de McLaren.

Russell, que corrió horrible hoy, llegó cuarto pese a una sanción de cinco segundos por sacar prácticamente de carrera a Pérez. Quinto fue Ocon, en otra muestra de su consistencia, a prueba de Alonsos incluso.

Párrafo aparte para un Mick Schumacher que, se repite, está reiterando en su segundo año en la F1 la lógica verificada en su tránsito por la Pirámide FIA: primer año invisible o flojo, primera mitad de segunda temporada despareja y después se convierte en otro piloto. Hoy pasó a Magnussen en pista de manera soberbia.

El asombroso Lando Norris le dio un séptimo puesto a un McLaren que, en la mala, recaudó bastante (noveno llegó Ricciardo). Octavo quedó Magnussen, enredado en las peleas y sin la solidez de su joven compañero de equipo este domingo. Y Alonso, que largó décimo noveno, llegó décimo, aunque podría ser sancionado por conducción peligrosa.

El campeonato revive, aun con los problemas mecánicos que persisten en Ferrari. Da la impresión de que la Scuderia, a medida que va conociendo el auto, va buscando nuevos límites. Si sale, ganan; si no, pues la taba cae del lado opuesto.

No obstante, esta realidad se repite cada pocas carreras en Red Bull, Mercedes sigue acercándose eleáticamente a la punta, y por ahora no parece una amenaza más que intermitentemente, y Ferrari no está libre de los problemas de fiabilidad que caracterizan todo campeonato con reglamento técnico nuevo.

Así, dos victorias seguidas para Ferrari dan más positivo que negativo. Corregir los errores será fundamental para tener siquiera chance de pelear, que no de ganar, el campeonato ante un piloto genial como Verstappen y un Red Bull que como equipo es el mejor de la última década y media.

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