Bernie Ecclestone

Quien fuera durante más de tres décadas el factótum de la F1 y la convirtió en el torneo prestigioso que ahora es, el inefable Bernie Ecclestone, habló para meterle más picante al final de campeonato más parejo de la historia. Mr. E acusó a Mercedes de jugar sucio “presionando e intimidando” psicológicamente a Max Verstappen, con “una campaña publicitaria masiva”.

“Max es un nene comparado con Lewis, y lo peor es que Lewis tiene una campaña publicitaria masiva trabajando para él. Han estado presionando todo el tiempo a Max. Max ha tenido algunos años de carreras, pero no ha tenido años en las calles como Lewis”, evaluó Bernie.

Lewis “Ha construido carácter y haber ganado tantos campeonatos con Mercedes siendo la fuerza dominante en los últimos años lo ha convertido en un personaje mucho más fuerte que Max. Para Max, esta temporada es la primera en la que ha tenido un coche capaz de ganar con regularidad, mientras que antes no era nada competitivo”, se despachó Ecclestone.

               Michael Masi

En este contexto, el desdibujado director de Carrera Michael Masi les advirtió a los dos aspirantes al título que, "en caso de comportamiento inadecuado, se puede penalizar con deducción de puntos e incluso con la descalificación del Campeonato". Masi también aclaró que también se penará a ‘segundos pilotos’ que intenten una Nelsinho Piquet en Singapur.

De ocurrir, no sería el primero en sufrir una sanción así: en 1997, hartos de los autazos de Schumacher para ganar campeonatos, los comisarios de la FIA aprovecharon que su intento de destruir el auto de Villeneuve en Jerez únicamente lo dejó fuera de carrera al propio Schumi para quitarle todos los puntos del campeonato.

En castellano: cuando Schumacher hizo lo mismo y le salió bien (con Damon Hill en 1994), a la FIA le pareció encantador. Parafraseando a Lucano, la causa de los vencedores agrada a los dioses, pero más a los comisarios de la FIA.

El otro antecedente, el de la exclusión a Senna en 1989, fue una aberración jurídica de Jean-Marie Balestre, el odioso presidente de la FIA entonces, y un personaje de un relieve político mucho mayor que sus sucesores (Bernie, justamente, impuso como sucesor del francés a Max Mosley, un ex empleado suyo en Brabham).

Habrá que ver, llegado el momento, cuántas horas demoran para aplicar una sanción de este tipo: si hay autazo el domingo, toda esta determinación de Masi se diluirá en un denso rosqueo político en el que la decisión final puede parecerse más a la gaffe de Balestre en 1989 que a la justa sanción contra Schumi en 1997.