El antipático, llorón e insidioso jefe de Mercedes, Toto Wolff, ha desplegado con menos timidez incluso que Christian Horner su dosis de bilis para ningunear al equipo estadounidense Andretti en su intento de llegar a la F1. El motivo es claro: Andretti tiene el expertise técnico y el respaldo financiero para armar muy pronto un equipo top, y en cualquier caso significaría el desembarco político del automovilismo estadounidense en la FIA a niveles jamás soñados. Andretti no sería un gigante de la fabricación de automóviles intentando convertirse en un equipo competitivo: ellos ya son un equipo top; de ser comparados con una escudería de F1 serían Ferrari, no un emporio multitask al estilo de Red Bull y Mercedes.

En la F1, de la Era Ecclestone para acá (y esto fue profundizado por el nefasto Pacto de la Concordia de 2012), los equipos más grandes dominan la categoría, con votos cautivos de sus equipos clientes en las comisiones y llevándose casi tres cuartas partes de los ingresos que reparte la FOM / Liberty Media cada año a los equipos. Este dominio sería insostenible con el 'efecto doppler' de un equipo top estadounidense y la atención mediática y publicitaria que generaría en el Gigante del Norte.

De entrada al convertirse en jefe de Liberty Media, el estólido de Domenicali, incapaz de decir frases con significado preciso y positivo, pero muy capaz para pequeñas astucias, estratagemas y añagazas de experimentado public relations (su único punto fuerte), impuso una tarifa 'antidilución de recursos' para los diez equipos que ya habitan la parrilla de la F1: doscientos millones de dólares cada una de las primeras dos temporadas que dispute un equipo al ingresar a la máxima. Creían que con eso se aseguraban que no ingresara a la F1 nadie (salvo un gigantón inocente como en su momento, a principios de siglo, fue Toyota: un tiradero de guita sin ideas claras a nivel desarrollo) que les pudiera pisar el poncho a los grandes de Europa, en un momento en que los Estados Unidos comienzan a mirar sin desprecio por primera vez en la historia a la F1, y con China como último objetivo comercial en ciernes, casi completamente inexplotado.

Es la utopía europea desde hace más de un siglo: quieren incorporar al resto del planeta a su férula para traccionar riquezas, pero manteniendo la hegemonía política. Pero la hegemonía política no es sostenible sin vigor económico, y Europa hace un siglo que viene declinando en su status de centro del mundo, primero a manos de Estados Unidos y en este siglo con el auge de las economías de Oriente.

En este contexto, Wolff dijo que cualquier equipo nuevo debe 'demostrar' que su presencia traerá más dinero del que les quitará a los equipos (un promedio de aproximadamente el 9 o 10 por ciento). Cualquier estudio de mercado mostrará (demostrar es otra cosa) que la curva de crecimiento de la F1 en Estados Unidos garantiza que un equipo (y, de haberlo, un piloto) estadounidense hará crecer exponencialmente los ingresos. ¿Qué demostración necesita Wolff?

En este marco, el legendario Mario Andretti le respondió al austríaco, mientras espera que la FIA habilite el proceso de ingreso de Andretti Global, la división de Andretti creada exclusivamente para llegar a la F1. El tapón institucional que tienen los grandes de la F1 para desgastar, desalentar y, de ser posible, negarle el ingreso a la F1 al equipo estadounidense es el infame Stefano Domenicali, el hombre que destruyó Ferrari en dos años (debacle de la que todavía el equipo italiano no se recupera plenamente), puesto como jefe operativo de Liberty Media como garante de los equipos a cambio de soltar casi nada de lo mucho que les dio Ecclestone con el Pacto de 2012.

Por todo ello, el patriarca de los Andretti salió con los tapones de punta a responderle al austríaco de visitante, en declaraciones a la página Auto Moto und Sport: "Toto Wolff ha hablado muy abiertamente sobre nuestra credibilidad. Sin embargo, él me habla de una manera diferente. Creo que las críticas son muy irrespetuosas porque hemos estado activos en el automovilismo mucho más tiempo que él. Respeto su éxito hasta ahora, pero no tiene motivos para menospreciarnos".

Mario Andretti asegura que la FIA ha sido “muy abierta” con ellos y que el equipo estadounidense, por su parte, ha cumplido “con todos los requisitos. Ahora estamos esperando que nos den un número, lo que cuesta pagar a los equipos para dejarnos entrar. Sabemos que está en el rango de los $200 millones. Ahora pueden querer más, pero aún estamos esperando comentarios. Está al borde de la usura. Sería diferente con Bernie, Liberty les da demasiada voz a los equipos", chicaneó Mario. En realidad Bernie, que tendría un ojo comercial mucho más salvaje en esta situación, fue el que creó, como contamos más arriba, las condiciones para que los equipos tengan esta injerencia en el rumbo deportivo, técnico y comercial de la F1. El secreto es que la FIA, incluso si quisiera apoyar a Andretti, tiene las manos atadas por los acuerdos institucionales logrados por los grandes de Europa para garantizar su dominio a perpetuidad.

"Siempre preguntan cómo queremos ser competitivos. Yo digo: ¡que ese sea nuestro problema! No conoces nuestros preparativos. No necesitamos fichar a ninguna persona nueva en absoluto, tenemos personas absolutamente experimentadas que tienen los conocimientos necesarios. En el aspecto financiero, tenemos socios confiables que conocen el tamaño del proyecto. Hemos estado planeando durante mucho tiempo con nuestro programa porque es todo lo que queremos. Merecemos más respeto", bramó el legendario Mario Andretti.