Dicen los puristas del juego defensivo que para que se produzca un partido de esta brutal naturaleza, deben producirse errores imperdonables. Seguramente tengan razón, pero los neutrales y los amantes del fútbol, sin embargo, seguramente prefieran disfrutar de partidos totalmente vibrantes, como fue este duelo de Eurocopa. En un partido absolutamente inolvidable, España le ganó 5 a 3 a Croacia, en el tiempo extra, y consiguió una clasificación histórica a los cuartos de final.

Durante los primeros minutos, el dominio de la Roja fue total. Como siempre, con tenencia de pelota y volcada completamente sobre el campo rival. Pero, a diferencia de lo que sucedió en casi toda la fase de grupos, rápidamente se mostró punzante. Tuvo dos en 15 minutos: la primera a partir un remate de Pedro Sarabia que pegó en la parte externa de la red tras una buena jugada colectiva y una asistencia de taco de Álvaro Morata y la segunda a partir de un pase fantástico de Pedri que dejó a Koke mano a mano, pero el hombre del Atlético con tiempo y espacio definió muy al medio. La postura de Croacia era sorprendente.

La historia de ambas selecciones marca cierta ventaja en favor de los españoles, pero en la actualidad, el seleccionado balcánico tiene muy poco para envidiarle. Sin embargo, durante los primeros minutos cedió totalmente el protagonismo y se dedicó a refugiarse, aún sin tener los jugadores más aptos para esa tarea.

Hasta que a los 19 minutos llegó el gran error de la Eurocopa. El torneo ha tenido varios fallos ridículos, pero ninguno de la magnitud ni la relevancia contextual que tuvo este. Pedri le dio un pase hacia atrás al arquero del Athletic de Bilbao, Unai Simón. El guardameta quiso pararla con la cara interna de su pie derecho pero la pelota le dio en el tobillo y se metió sin escalas en su propio arco. Una acción casi sin precedentes en un torneo de tal nivel.

El trámite cambió, sobre todo desde lo anímico, aunque por lapso breve. España pasó a tener dudas en el dominio de la pelota e imprecisiones que hasta el momento no había mostrado y Croacia comenzó a animarse cada vez a romper y terminar la jugada. En los cinco minutos posteriores al tanto, el subcampeón del mundo llegó más que en los primeros 19.

Un rato largo después del golpazo, el equipo de Luis Enrique se acomodó y volvió a tener la profundidad de los primeros minutos. A los 38, en un ataque con muchos futbolistas, consiguió el empate. Tras una acción de múltiples rebotes, Pedri cruzó un zurdazo fuerte que tapó Dominik Livaković, pero luego del despeje, con furia, Sarabia convirtió el 1 a 1.

En la segunda mitad, España siguió mostrando un alto nivel de fútbol, muy superior a lo que había hecho hasta ahora en el torneo. El error de la primera mitad le dio impulso. Y a los 10 consiguió el merecido tanto que dio vuelta la historia. César Azpulicueta se animó a romper con pelota dominada y tras cruzar la mitad de la cancha y jugar con Pedri, no retrocedió a su posición, sino que fue al área. Ferrán Torres desde la izquierda envió un centro al área y encontró al defensor del Chelsea, quien, de cabeza y sin marca, convirtió.

Ante la necesidad, Croacia se adelantó. Sin ideas claras elevó la línea de presión y fundamentalmente modificó la actitud. Tuvo rápidamente una chance, a partir de un desborde por derecha y centro atrás que conectó el lateral izquierdo Joško Gvardiol con la pierna derecha. Unai Simón consiguió una mínima redención, dado que tapó una acción difícil en el primer palo.

A falta de 14 minutos, el conjunto ibérico pareció liquidar la historia. Los de Luis Enrique tenían un tiro libre a favor detrás de la mitad de la cancha. Gvardiol, que debía marcar por la izquierda, estaba casi en la mitad de la cancha tomando agua. Aymeric Laporte se apuró y cruzó un pase bárbaro para Ferrán Torres que, por supuesto, le ganó el lugar al defensor croata que no estaba. El hombre del Dinamo Zagreb revoleó la botella y corrió pero nunca pudo alcanzar al hombre del Manchester City, que enfrentó al arquero y con un suave remate cruzado puso el 3 a 1.

Cuando todo parecía terminado, en el minuto 40, se dio otra jugada totalmente curiosa que convirtió al subcampeón del mundo en un vendaval. Luka Modrić consiguió desbordar por la derecha y metió un centro atrás. Mario Pašalić se cayó y no pudo conectar, Ante Budimir definió pero Azpilicueta sacó en la línea y en el tercer remate de Mislav Oršić, Unai Simón la sacó con su pierna derecha. Sin embargo, el árbitro Cüneyt Çakır, observó correctamente que su reloj, aquel que indica si la pelota cruzó o no la línea de gol, había sonado tras el último remate.

El conjunto balcánico descontaba a falta de cinco minutos. Mostró una ambición voraz, como la que lo llevó a la final del último Mundial y no como la de la primera mitad. Fue con todo y consiguió un empate heroico. En el tercer minuto de adición, tras una recuperación en campo propio, Pašalić abrió hacia la izquierda y corrió con decisión hacia el área. Oršić recibió, se acomodó para su pierna hábil, la derecha, y metió un centro para el propio Pašalić, que de cabeza y con todo el envión que tenía, empató un partido inolvidable.

En el alargue, Croacia arrancó más entera desde lo anímico y fue decidida a ganar. Además, la disposición táctica con la que terminó los 90 ante la necesidad de empatar, prácticamente la obligó a atacar. Y lo hizo bien, metió a una España abatida contra su área. Entre Oršić y Pašalić condujeron al equipo de manera excelente y generaron varias acciones.

La más clara, a los 5, cuando tras una serie de rebotes Andrej Kramarić definió franco en el área chica pero nuevamente apareció Unai Simón. El encuentro se hizo extraordinario desde lo emocional y desde lo futbolístico también, porque el equipo español salió del asedio, consiguió recomponerse y también fue por el triunfo.

Como si a la historia le faltaran alicientes, a los 10 del primer suplementario, convirtió para España el jugador más criticado del torneo: Morata. El delantero recibió en el segundo palo un centro de Dani Olmo, la bajó de derecha y de zurda sacó un remate demoledor de sobrepique.

Y poco después, la Furia, haciéndole honor a su apodo, convirtió uno más. Otra vez Dani Olmo dañó por la derecha, metió un centro para Mikel Oyarzabal, que la mató y definió de zurda al primer palo ante la salida de Livakovic.

Fue el último tanto de un encuentro que quedará eternamente en la memoria. Croacia intentó no darse por vencida. En el segundo tiempo suplementario fue con decisión y casi al instante tuvo una oportunidad inmejorable con un mano a mano de Budimir que tapó de manera brillante, otra vez, Unai Simón.

Pero luego de esa situación, se desmoronó. Ya no pudo atacar y sucumbió ante la Roja, que empezó a mover la pelota con maestría. Sobre el final, España pudo incluso hasta convertir el sexto: Dani Olmo estrelló un remate contra el palo. Pero el resultado fue 5 a 3.

La imagen que queda es la de todo un estadio, el Parken de Copenhague, de pie y brindando una ovación a todos los futbolistas, sin importar la nacionalidad, por el encuentro brindado. El tan cuestionado equipo de Luis Enrique consiguió meterse entre los ocho mejores.