En las últimas horas, los organizadores del GP de Mónaco anunciaron triunfalmente la renovación de su vínculo con la F1 al menos hasta 2025. Parecía un triunfo en toda línea de la resistencia del Automóvil Club de Mónaco a perder privilegios que siempre le otorgó la FIA para garantizar su presencia en el calendario. Pero en esta F1 cada vez más recostada hacia el espectáculo, el circuito de Monte Carlo genera resistencia en pilotos y público como la carrera más aburrida del año. 

Ahora, la revista francesa Auto Hebdo ha develado detalles de las negociaciones, que significan una capitulación en toda regla de los organizadores respecto de las demandas de la FOM. El príncipe Alberto ofició de mediador y salvó negociaciones que hace un par de meses aparecían estancadas. 
Pasarán a pagar de 13 millones de euros (tradicionalmente no pagaban nada) a 20 millones por cada una de las tres próximas ediciones. Pero además, contra lo que se publicó del lado monegasco de la negociación en los últimos días, ya la carrera no gestionará la televisación ni tendrá patrocinadores propios que se solapen con los de la FOM. Ni siquiera administrarán la llegada de yates al puerto, los alojamientos y las terrazas particulares usadas como VIP Club: todo pasa a Liberty. 

En síntesis: lo que parecía una derrota en las pretensiones comerciales de Liberty Media es un triunfo estratégico para encarar negociaciones con otras ‘reliquias’ del deporte motor europeo, como Monza y Silverstone. Todo tiende a la disminución del número de carreras en Europa, a medida que se afirma la vía estadounidense (con tres grandes premios) y el Gran Circo otea a China con la misma idea a mediano plazo (tres carreras en un año), mientras siguen emergiendo mercados a los que la F1 quiere ir: Sudáfrica por ejemplo. 

En este contexto, cunde el descontento en los equipos por el calendario récord de 2023, con 24 carreras (el máximo permitido). Incluirá cuatro fines de semana de carrera en julio y tripletes en un par de oportunidades: una paliza para los mecánicos, que con suerte vuelven el lunes a sus casas y ya el miércoles deben empezar a armar las estructuras de boxes. 

Los equipos aprobaron el calendario 2023, pero aducen que se les avisó de su composición sólo tres horas antes de la votación. Ejemplo: el adelantamiento de la carrera de Spa (en las últimas décadas, primera cita tras las vacaciones estivales europeas) como última cita antes del parón veraniego obligará a modificar otras catorce fechas en el tradicional trazado (entre ellas las mismísimas Spa 24, cuya fecha ‘se roba’ la F1 para 2023). 

Pero esto es la F1, donde nadie quiere perder privilegios, incluso aunque esos privilegios los pongan al borde de la desaparición. Y cuando la FOM / Liberty Media ha sugerido reducir los días de Gran Premio por fin de semana (¿para qué entrenar los viernes? Dos prácticas de una hora los sábados y después clasificación y chau pinela), los equipos salieron a quejarse porque les impediría cumplir acuerdos comerciales (¿no los pueden cumplir el sábado?). 

En fin: tras un lustro de pujanza de la gestión de Liberty Media, y en consonancia con el caballo de troya de los equipos en Liberty, es decir, el actual CEO Stefano Domenicali, la entidad que gestiona los derechos comerciales de la F1 vuelve a asumir las actitudes y formas anquilosadas que llevaron a la F1 al estancamiento de 2008-2017. O sea: mientras hace falta un cortador de nudos gordianos (un Ecclestone de ahora, digamos), pusieron a gestionar los derechos comerciales de la F1 al mayor zurcidor de nudos del Gran Circo: el inefable Domenicali.