La disociación entre un Alberto y otro es realmente desconcertante. “El extraño caso del doctor Jekill y mister Hyde”, llegó a la política argentina y se sentó en el Sillón de Rivadavia. Si bien los especialistas en transmutaciones han detectado que el fenómeno viene ocurriendo desde hace tiempo, se potenció con el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires.

En un primer momento, Alberto I, con apoyo de los gobernadores peronistas, repudió la sentencia del Alto Tribunal, se subió al enorme poder de su cargo, y blasfemó a los cuatro vientos indicando que no pensaba cumplir el fallo, lo que le valió el aplauso del kirchnerismo, por una vez en la vida.

Solamente cuatro días después, Alberto II, contradijo a su predecesor, estipuló que las sentencias judiciales deben cumplirse y salió a asegurar que iba a realizar los pagos, pero con bonos. Eso significó el repudio del kirchnerismo y también de los gobernadores que lo habían apoyado.

En este momento, conviven ambos “Albertos”. Mientras uno busca el modo de pagar aumentando impuestos, el otro dice que el fallo es ilegal, aclararando que piensa cumplirlo. En una entrevista en C5N, ambos titulares del Poder Ejecutivo, conviviendo dentro de la misma persona, dijeron que la Corte Suprema se extralimitó en su sentencia de manera grave, mientras no eludía decir que igual pensaba pagar.

“La sentencia es incumplible en los términos que la Corte ha dicho. La única forma que tengo de cumplir, para que vean mi buena voluntad de no levantarnos contra el Poder Judicial, tengo un remanente de bonos que puedo afectar al cumplimiento de lo que usted pide. Y esto se tradujo en que el viernes dijeron que yo había desobedecido la sentencia. Y después dijeron que la cumplí. Y luego Larreta dijo que me iban a denunciar por no haberla cumplido”, explicaron ambos Albertos al unísono, generando una fuerte confusión.

Los Albertos extienden las consecuencias del sinsentido no solo hacia al pobre elector que sufre la inflación y no llega a fin de mes, sino hacia adentro de su propia coalición de gobierno e incluso, de su círculo íntimo, que lo ve deambular entre posturas con una actitud tan firme para sostener determinada idea, como para blandir todo lo contrario a los 5 o 6 minutos.

Uno podría creer que existe en esto, una maniobra para violar de algún modo la Constitución Nacional.  Según la Carta Magna: “El Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de “Presidente de la Nación Argentina””. La norma es clara: “un ciudadano”. El truco de meter dos en el mismo cuerpo, es una maniobra que ni a Maquiavelo se le ha ocurrido, tal vez, porque es una trampa que carece de eficiencia política.

La cuestión podría provocar un escándalo el día de la elección presidencial, si es que Fernández, termina presentándose dos veces a votar, una por el mismo, y otra, por ejemplo, por Javier Milei o Nicolás del Caño. Nadie sabe si cada Alberto tiene su propio número de documento o comparten el mismo, pero en todo caso, se repetirían las imágenes típicas de los medios, del presidente votando, a las once de la mañana primero, y a las tres de la tarde después. Se estima que ninguno de ambos Albertos, tendría previsto presentarse a la mesa de votación, a las 8  de la matina.