La "clase magistral" de Cristina Kirchner en Chaco, levantó como siempre, mucha polvareda. Dijo la ex presidenta en esa misma charla que "hasta mis silencios son interpretados". Y tiene razón, pero eso no es un demérito o un juego de intecionalidades de la prensa (como si lo son muchos otros), la gente habla con sus silencios y en el caso de los líderes políticos de envergadura, todos buscan decodificar esos silencios. Cristina sabe que sus silencios hablan y los usa para expresarse, aunque luego se mofe de quienes intentan interpretarlos.

La burla o la ironía son también una forma de comunicación y tal como la clase, Cristina las maneja a ambas magistralmente, es probablemente, la mejor comunicadora de la era democrática, porque articula todos los recursos de lenguaje. Raúl Alfonsín ha sido el mejor en materia de comunicación directa, en el uso del lenguaje hablado y gestual como acompañamiento, pero la cantidad de recursos de Cristina, incluídos sus silencios, el manejo de la expectativa, gestos muy femeninos como acomodarse el cabello mientras lanza una mirada fulminante, parecen difíciles de igualar.

Cristina sentencia. A veces plantea preguntas, pero de inmediato articula una respuesta, según su parecer claro, y el interlocutor puede juzgarla adecuada o no, pero la respuesta está. El sentido de ello es claro: disipar dudas entre los propios. Se hace las mismas preguntas que seguramente se formulen los que la siguen, en momentos de dudas, y les ofrece una respuesta, siempre elaborada. ¿Verdadera?. Nada es absolutamente verdadero ni falso, es una respuesta adecuada, asequible, que se incorpora al discurso del grupo luego.

No estamos hablando, quede claro, de su visión de la política o la economía, en la que cualquiera puede o no estar de acuerdo, porque en definitiva, es cuestión de recetas de las que no pueden darse garantías, porque como Cristina misma dijo el viernes, Argentina es el país donde todas las teorías se desploman. Nos limitamos a la comunicadora, a la mujer que hace saber, que utiliza con enorme capacidad la herramienta comunicacional para la política.

Y es, en tal sentido, un caso de estudio. Cuando el viernes decía la palabra poder, sea como concepto o en referencia a "Poder Ejecutivo", Cristina se señalaba a si misma con ambas manos, desplanzándolas de arriba hacia abajo, y sin decir mas que eso, dejó claro donde considera que está el poder real. En ella misma.