Joe Biden cumplirá 80 años el 20 de noviembre. Contrajo coronavirus. Nada alarmante, en principio. En 2024, como suele suceder en Estados Unidos después del primer período, tiene el derecho de ser candidato a la reelección. ¿Podrá? La oposición republicana objeta su avanzada edad: si gana a los 82 años, tendrá 86 cuando concluya el mandato. Lo saben los dirigentes demócratas, pero prefieren mantener silencio por respeto a la investidura. No así las bases. El desencanto con la gestión, empañada como otras por la pandemia y la economía, crece día tras día en varias franjas de la sociedad. Especialmente, en sus propias filas y, dentro de ellas, entre los jóvenes

Un 64 por ciento de los votantes demócratas preferiría otro candidato en las presidenciales de 2024, según un sondeo de The New York Times. Lo resume la periodista Michelle Goldberg en esas páginas: “Joe Biden es muy viejo para ser presidente de nuevo”. Un latigazo en medio de la incertidumbre provocada por una inflación anual del 9,1 por ciento, la más alta en 40 años en Estados Unidos, y por las peliagudas elecciones de medio término en noviembre. Los demócratas se preparan para perder escaños en el Congreso. El ámbito que vulneraron los muchachos trumpistas para evitar la certificación del triunfo de Biden en las presidenciales de 2020.

Si el poder envejece a los jóvenes, afecta más aún a los mayores. Cuando los demócratas impugnan la reelección de Biden omiten su desempeño en el gobierno con la súbita guerra en Ucrania como desafío. Piensan en su edad. No es el único que atesora abriles. Su antecesor, Donald Trump, en carrera por aquello que tiñe de revancha mientras insiste en el fraude de las elecciones anteriores, cumplió 76 años el 14 de junio. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, tiene 82. Uno menos el líder de la mayoría demócrata del Senado, Chuck Schumer. Dos más, 83 años, su par de la Cámara Baja, Steny Hoyer. “Nos gobierna una gerontocracia”, concluye Goldberg.

Más joven, la vicepresidenta Kamala Harris, de 57 años, no repunta en las encuestas. El índice de aprobación del tándem presidencial ronda el 33 por ciento. Reflejo del estado de ánimo de la población. Sobre todo, de los republicanos y de los independientes en un país polarizado. Sólo el 13 por ciento cree que Estados Unidos va por el camino correcto mientras la mayoría conservadora de la Corte Suprema, el campo minado que dejó Trump, hizo lo suyo para estimular el malhumor: dejó de reconocer el aborto como una prerrogativa constitucional, revocó la ley que restringía el derecho de portar armas y acortó la separación entre la Iglesia y el Estado.

Los menores de 30 años no parecen tener dudas: Biden, el presidente de mayor edad en la historia de Estados Unidos, no debería postularse para ser reelegido. Lo cual tampoco extiende un cheque en blanco para Trump, descalificado por el 92 por ciento de los demócratas. Un candidato diferente no implica necesariamente pasarse al otro bando. Otros sondeos también disparan índices desalentadores para Biden. Su imagen cayó un 88 por ciento en el segundo trimestre de 2022, dice Morning Consult. Las tasas de aprobación general y económica alcanzaron mínimos históricos, inclusive más bajos que los peores de Trump, revela la cadena CNBC.

En las encuestas, muchos notan que Biden pierde el hilo al hablar o se equivoca cuando lee un discurso. La Casa Blanca ha tenido que retractarse por comentarios inoportunos sobre asuntos diplomáticos espinosos. El tartamudeo que superó de niño resurge en ocasiones. Durante los fines de semana suele refugiarse en alguna de sus dos casas de Delaware. Un cono de tranquilidad mientras lidia con la investigación judicial de su hijo Hunter, perseguido por Trump durante la campaña electoral por una presunta trama de corrupción mientras era miembro del consejo de administración de la empresa de gas ucraniana Burisma.

Hunter Biden tiene problemas fiscales y deudas por drogas y prostitutas. Su exesposa reconoció en el proceso de divorcio que le debía cientos de miles de dólares al Servicio de Impuestos Internos (IRS). Su padre, al parecer sin darse cuenta, le habría proporcionado 30.000 dólares desde noviembre de 2018 hasta marzo de 2019 y otros 100.000 entre diciembre de ese año y enero de 2020. Los montos surgieron de su computadora, así como un regalo inesperado. Un diamante de 2,8 quilates a cambio de un contrato de consultoría que le dio Ye Jianming, expresidente de la extinta China Energy Company Limited y protegido de un adversario de Biden más poderoso que la edad, el presidente chino, Xi Jinping, aliado de Vladimir Putin. Nada menos.

Jorge Elías

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