Sucedió absolutamente de todo. El encuentro tuvo dinámica, emociones y sobre todo enormes polémicas. Racing perdía 2 a 0 pero lo dio vuelta, se impuso 3 a 2 ante Tigre y jugará la final del Trofeo de Campeones frente a Boca el domingo. El Matador jugó con un hombre menos por una expulsión injusta desde la media hora de juego.

El encuentro arrancó de manera frenética, con muchísimo ida y vuelta, pero con cierto control ejercido por el conjunto de Victoria. En ese marco, a los 29 minutos, tuvo un penal a favor. Facundo Colidio, el mejor de la primera parte, tiró un centro desde la izquierda y tras varios rebotes la pelota le cayó a Mateo Retegui. Jonathan Gómez lo tomó de la camiseta y se cayó, por lo que estiró completamente la casaca. Si bien no derribó al delantero, le incomodó la recepción de la pelota.

Darío Herrera requirió de la asistencia de Fernando Espinoza desde el VAR y, sin parecer muy convencido, sancionó la pena máxima. El propio Retegui ejecutó y puso al equipo de Diego Martínez en ventaja. Sin embargo, el juez aprovechó la primera oportunidad que tuvo para compensar su fallo anterior y beneficiar mucho más a largo plazo a la Academia.

En un contraataque que encabezó Carlos Alcaraz, Abel Luciatti le salió al cruce, pasó de largo y no lo tocó. El defensor ya estaba amonestado por una infracción violentísima contra Enzo Copetti que bien pudo valerle la expulsión. Pero, en la segunda acción ni siquiera estuvo cerca de cometer infracción y el juez, apresurado, lo amonestó por segunda vez y lo echó.

Pese a esa acción, Tigre pudo estirar la ventaja. Colidio armó un buen contraataque y combinó con Mateo Retegui que desbordó por la izquierda. El ex Boca desbordó por izquierda y tiró un centro atrás que varios no pudieron empujar. Después de varios rebotes, casi por fortuna, la pelota recaló nuevamente en Colidio, quien se la llevó puesta y marcó el segundo.

La historia parecía sentenciada, pero un cambio de actitud del conjunto de Fernando Gago, más el beneficio del hombre de más que se hizo muy notorio en lo físico con el correr de los minutos, pudieron torcer el trámite. El conjunto de Avellaneda salió con otra decisión a la segunda parte y ya en los primeros tres minutos tuvo tres chances de descontar. Todas las acciones de riesgo las manejó el mejor jugador del partido, Jonathan Gómez.

A los 14 de la segunda mitad, el mediocampista surgido de Rosario Central, que jugó con un carácter admirable, armó un ataque prácticamente sólo y descargó para Maximiliano Romero, que había entrado sobre el final de la primera mitad por el lesionado Copetti. El atacante sacó un zurdazo que se metió contra el palo de Gonzalo Marinelli.

Martínez, entrenador del Matador, hizo algunas modificaciones que alteraron al equipo para bien y para mal. Por un lado, sacó muy temprano en el partido a Colidio, que era muy desequilibrante y se refugió en exceso. Por el otro, supo incluir a Sebastián Prediger y, desde su ingreso, el rival no lo pudo atacar más por el centro.

El conjunto albiceleste se decantó por los costados y terminó demasiado en centros. Sin embargo, a seis del final, un pase profundo de Matías Rojas agarró mal parado a Víctor Cabrera que estaba con una molestia física. Romero le ganó la posición, chocó con otro marcador y asistió a Gómez, que definió solo y sin arquero para igualar la historia.

El alargue parecía una pesadilla para ambos equipos. Sobre el final de un año intenso, los 30 minutos del suplementario exigieron por demás el físico de jugadores extenuados. Especialmente los del equipo que había jugado con 10 desde el primer tiempo.

Poco sucedió en ese tramo, hasta que a dos minutos del final, otro envío largos a las espaldas de la defensa de Tigre fue determinante. En este caso, picó Johan Carbonero, tiró un centro y Gabriel Hauche entró por el medio del área para conectar el 3 a 2 de cabeza.

Sólo hubo tiempo para una acción polémica más luego de un centro que cayó en el área de Gabriel Arias y una acción difícil de apreciar en la que Gonzalo Flores cayó. La jugada no fue revisada y la televisión, que también juega su partido, mostró una única repetición en una imagen bastante lejana.

La gente y los jugadores de Racing estallaron en un desahogo contenido. Más allá de lo ineludible del arbitraje, el equipo dio una inmensa muestra de carácter en su máxima expresión: jugó bien al fútbol y fue al frente para revertir un resultado en contra que acarreaba un peso previo a este partido de por sí complejo. El domingo tendrá una nueva chance de redención frente a Boca en San Luis.