La historia de Jean-Pierre Adams tiene el impacto que generan aquellas a las que no se le encuentra una lógica natural. Conmueve por su pasado, por su desenlace, por lo injusto que parece y por lo fortuita de una situación que le costó prácticamente la vida. El lunes, tras estar 39 años en coma por un error imperdonable, finalmente falleció.

Adams fue un muy interesante jugador de fútbol francés, nacido en Daka, la capital de Senegal. Vivió allí hasta los ocho años, cuando su abuela se lo llevó de África a Montargis, una comuna del centro de Francia, en busca de lo que creía iba a ser una vida mejor y lo dejó en un orfanato. Un par de años más tarde, fue adoptado por una familia local y creció en tierras galas.

Siempre se interesó por el fútbol, pero empezó a practicarlo con cierto grado de competitividad en el Fointanebleu, un equipo de la liga amateur francesa. Por entonces jugaba como delantero, pero impresionaba más por sus cualidades físicas que técnicas. Pese a eso, llamó la atención de Kader Firoud, un entrenador que había dirigido al Olympique de Nimes y que poco después iba a volver a hacerlo.

Cuando Firoud retornó al club fue a buscar a aquel joven que le había causado una buena impresión en la liga amateur y lo llevó a hacer una pretemporada con su equipo profesional. El DT lo observó y volvió a obnubilarse con su capacidad atlética, pero decidió darle una nueva función: lo invitó a jugar de defensor.

Desde entonces la carrera de Adams creció meteóricamente. Para 1972 ya era un consagrado en la liga y comenzó a tener sus primeras convocatorias a la selección francesa, donde jugó 22 partidos. Allí formó una recordada dupla central con el mítico Marius Trésor, que fue conocida como la garde noire, la guardia negra. 

Su desempeño fue cada vez mejor por lo que pasó a jugar en el Niza y el PSG, donde fue compañero de Carlos Bianchi, entre 1977 y 1979. De hecho, llegaron al mismo tiempo al club. Con el tiempo sufrió cierto bajón de nivel, como todo jugador que cruza la barrera de los 30 años y para 1980 se fue a jugar para el Chalon de la tercera división.

Allí comenzó a tener dificultades en su rodilla por una lesión ligamentaria que le impidió jugar por un tiempo. Para darle solución a la cuestión decidió someterse a una operación, sencilla en principio, que no debía implicar riesgo, y mucho menos para un hombre de su edad y su condición atlética. Pero un error increíble le causó un daño irreparable.

El 17 de marzo de 1982 en el hospital Edouard Herriot de Lyon, según las investigaciones policiales, debía haber dos anestesistas, pero sólo hubo uno, dado que había una huelga. Un estudiante que estaba realizando sus prácticas y que debía asistir en ocho cirugías. En la de Adams cometió un error imperdonable. El jugador fue mal intubado, se le bloqueó la respiración y tuvo un ataque cardíaco.

Su estado físico colaboró para que su corazón pudiese soportarlo, pero quedó en estado vegetativo y posteriormente cayó en un coma hasta el 6 de septiembre del 2021, cuando falleció a la edad de 73 años. Todo ese tiempo, hasta su último día, fue acompañado por su esposa, Bernadette, su pareja y madre de sus dos hijos, que estuvo a su lado toda la vida.