El sorteo le puso enfrente a Independiente a un candidato a ganar la Copa Libertadores en los octavos de final de la Copa Sudamericana. En ese contexto, y dada la angustiante realidad económica e institucional por la que atraviesa el club de Avellaneda, la imagen que dejó en Brasil, a pesar de la derrota, fue positiva. El Rey de Copas cayó 1 a 0 frente al Santos en Vila Belmiro, con gol de Kaio Jorge, pero mostró una versión diferente y mejorada a la del semestre pasado.

La primera mitad fue pareja y disputada. El equipo de Julio César Falcioni no se pareció en lo más mínimo a aquel especulativo y con muchos recaudos defensivos del campeonato anterior. Este tuvo en cancha muchos jugadores de buen pie y adoptó un plan que los hizo estar cómodos, con juego por abajo y salida limpia.

Santos tiene una jerarquía individual muy superior a la de Independiente y a la de la mayoría de los equipos de la Sudamericana, y en todo momento exhibió su potencial. Sin embargo, mientras al Rojo le duró la dinámica desde el punto de vista físico, controló bien la mitad de la cancha y hasta se impuso en duelos individuales importantes, como el de Lucas Rodríguez con Marinho. En toda la primera parte, el juego fue cambiante y si bien ambos insinuaron hubo pocas jugadas claras.

Toda la acción, que fue mucha, llegó en el complemento. Durante los primeros 20 minutos, el local hizo gala de todas sus capacidades y mostró una superioridad enorme. Marinho pasó a ser indescifrable por la izquierda y los cambios, como el ingreso de Carlos Sánchez y Lucas Braga, le crearon a Independiente una enorme dificultad, por encontrarse en inferioridad numérica y hasta con poca respuesta física para marcar, especialmente en la parte central de la cancha.

El Peixe avisó varias veces antes de ponerse en ventaja. A los 10, por ejemplo, con un cabezazo tremendo de Kaiky que sacó Sebastián Sosa de manera magistral, a los 13, con un remate de afuera de Gabriel Pirani tras una buena combinación y a los 22 a partir de una chilena de Marinho que se fue a centímetros del palo derecho.

Hasta que, finalmente, el gol que se veía venir, llegó. Domingo Blanco, que hizo un buen partido, quiso romper y atacar pero la perdió y no le dio el aire para volver a posición defensiva. Entre Marcos Guilherme, Sánchez y Marinho armaron una gran jugada. El primero remató, Sosa no pudo retener y en el rebote, Kaio Jorge apareció con más aire que el resto para definir. El arquero uruguayo no tuvo nada que hacer en la segunda acción y hasta tuvo la mala fortuna de que el remate le pasó por abajo de su botín cuando se tiró.

Desde el tanto el partido se partió completamente. Ya no hubo mitad de cancha, dado que el Santos fue por el segundo, que pudo llegar, e Independiente por el empate, que debió llegar. El Rojo tuvo varias chances de igualar el pleito: dos remates de afuera de Roa, un tiro libre de Silvio Romero que sacó de manera brillante el arquero brasileño y un disparo que Kaiky le cerró con lo justo a Jonathan Herrera.

La más clara, de todos modos, fue una acción en la que Romero consiguió concretar a falta de 10 minutos, pero el gol fue anulado por fuera de juego milimétrico que no terminó de quedar claro. El delantero del equipo argentino picó con lo justo, quizás un segundo antes, y rompió a la defensa del Peixe que estaba parada en la mitad de la cancha. Enfrentó al arquero y se la tiró por arriba, pero todo fue rápidamente invalidado.

Independiente tiene muy poco que reprocharse. Cambió su imagen respecto del semestre anterior, fue un equipo distinto y notoriamente superior. Simplemente se enfrentó a un rival de mucha más categoría individual; un subcampeón de América que mantuvo a buena parte de su plantel. El equipo de Falcioni, por el contrario, está plagado de juveniles y prácticamente no tiene alternativas en el banco. De todos modos, el resultado es corto y así como mereció empatarlo sobre el final de la ida, puede, mediante trabajo colectivo, equiparar las diferencias en el encuentro de vuelta.