En automovilismo, Gran Bretaña es lo que Brasil al fútbol: no hay mayor fábrica de talentos al volante. Prueba de ello es el británico George Russell, campeón de GP3 y F2 al primer intento, antes de recalar en la peor etapa de la escudería Williams y darle sus mejores momentos de los últimos tres años. Se trata de un piloto deslumbrante, que si no ganó también el título de la F3 Europea fue porque el papá de Lance Stroll lo había contratado como piloto 2 y formador del piloto que está ahora en Aston Martin.