El puesto de Michael Masi como director de Carrera de la F1 pende de un hilo. Tuvo una muy mala segunda mitad de temporada, con su autoridad diluida por el show de la protesta suscitado por Red Bull y Mercedes a medida que avanzaba la temporada.

El australiano llegó de emergencia a la F1 por la súbita muerte de Charlie Withing, antiguo empleado de Ecclestone en Brabham, y que imponía respeto (y miedo al revanchismo) en los pilotos. En época de Whiting, las ironías para los comisarios en una carrera se devolvían a las pocas fechas en cualquier situación dudosa. Además, el último Whiting, el posterior a Suzuka 2014, quedó atenazado al temor de sumar muertes en la F1 y, sumada a eso, la frustrante ineficiencia de los neumáticos Pirelli para correr en lluvia, dejaron a la Dirección de Carrera en modo conservador, a despecho del espectáculo.

Desde su entrada de emergencia a la F1, Masi, que venía de dirigir ágilmente las carreras de la Fórmula E, aportó frescura en las decisiones e imprevisión estratégica por su tendencia a sacar enseguida el coche de seguridad, como en el automovilismo estadounidense o la Resistencia.

Pero este año, desde Silverstone, Masi se vio desbordado por equipos que no se sienten intimidados por su autoridad como en tiempos de Whiting, y le tomaron la mano rápido. Además de sus decisiones polémicas (o morosas, como tardar un día en constatar que el Mercedes de Hamilton no pasaba la revisión técnica en Brasil), en las últimas fechas se le sumaron varias gaffes verbales en la forma de órdenes confusas o contramarchas inopinadas.

La idea que campea en el Paddock es que Masi hizo todo lo posible por no destruir la igualdad absoluta del campeonato hasta la última carrera. Eso les permitió a Verstappen y a Hamilton salir impunes de varias situaciones que ameritaban sanciones (basándonos para ello en las propias decisiones de los comisarios).

Pero lo que completa el panorama (que en estas horas exaspera a Mercedes, pero que inquieta a todos los equipos) es la inseguridad ‘jurídica’ generada por Comisarios de Carrera que cambian fecha a fecha.

En este sentido, el mismo Helmut Marko, cuyo equipo Red Bull fue beneficiado este fin de semana por las trapalonerías al borde de la incoherencia reglamentaria de Masi, admitió “Es necesario reformular todo el sistema, necesita consistencia. Las decisiones no se pueden interpretar de una manera y luego de otra”.

El austríaco aprovechó para darle al árbol caído Toto Wolff, a quien acusa de “no saber perder” por sus dos protestas post carrera de Abu Dhabi (rechazadas las dos por los comisarios el mismo domingo). “Fue indigno que la decisión se demorara así, pero eso lo dice todo sobre la actitud de un mal perdedor. Nosotros no llevamos abogados a los circuitos”, se jactó Marko.

En este contexto, se renuevan las autoridades de la FIA, y el candidato de Jean Todt (quien llevó a Masi a la F1) lleva las de perder. La excusa para dar de baja al australiano viene al dedillo si el triunfo ‘ecclestonista’ se concreta. Pero si alguien cree que el problema es una persona (Masi), se equivoca: el consenso entre los equipos es que “todo el sistema debe ser reformulado”.