El mejor final de la historia de la F1 en el mejor Mundial de la historia. El más parejo, entre dos equipos parejísimos, con dos pilotos geniales como muy pocas veces juntó la máxima: Schumacher y Fangio no tuvieron pilotos que le hicieran sombra. Estos dos genios se juntaron y nos regalaron un Mundial que terminó como tenía que terminar: por un azar, en una última vuelta genial tras 57 vueltas en las que todas las flechas apuntaban hacia Hamilton óctuple campeón del mundo.

Mención especial a Checo Pérez, con una aguantada heroica ante un Hamilton con Duros nuevos. Entre los dos pilotos 2 de los dos equipos Top, al cabo fue, pese a lo que diga la tabla de Constructores, el que sacó más el pecho por el compañero en momentos clave. Mención especial al gran final de Sainz Jr, que le permite terminar el año por delante de su compañero de equipo y de Norris, quinto en el Mundial de pilotos.

Al final, como merecía este Mundial, el desenlace fue en la última vuelta del Mundial más parejo de la historia, por el azar que le otorgó a la audacia estratégica de Red Bull la torpeza de Latifi peleando por no ser último con Schumacher. A cuatro vueltas del final, parecía cantada una bandera roja para que hubiera final de campeonato con bandera verde. La FIA actuó con la suficiente eficiencia para darnos una última vuelta lanzada, la más emocionante de la historia de la F1. Aquella que nos negaron Senna-Prost en 1989-1990.

El arranque de la última carrera de esta temporada hollywoodense fue hollywoodense, con el viejo campeón, ya sin la velocidad de los veintipico, ganándole astutamente la largada al joven aspirante y poleman, que arrancó flojo y a partir de allí dependía del azar para ser campeón del mundo. Max defendió la posición sacándolo de pista a Lewis, que aprovechó para cortar vistosamente camino y meter una ventaja de 1,9 segundos, desde allí indescontable.

A la hora de las vueltas limpias, en igualdad de condiciones estaba claro que Ham tenía al menos tres décimas más de ritmo que Max. El neerlandés aguantó los Blandos hasta que empezaron a desbarrancar, y entró en la Vuelta 14, cuando la superioridad de Lewis ya era paliza. Enseguida lo llamaron a Hamilton para cubrirse del azar de un Safety Car o Bandera Roja que aniquilaran su ventaja. Sainz Jr aguantó estoicamente con los Blandos hasta la Vuelta 20, lo que al cabo le valdría su sexto podio y la coronación de un año óptimo para su debut en Ferrari.

En ese mismo giro, Hamilton se le fue a las barbas a Checo Pérez, que persistía en pista con Blandos para demorar al inglés. Fue el segundo momento hiperadrenalínico de la carrera, tras la largada. Lewis pasó varias veces al mexicano, que le devolvía la posición y no le regalaba un metro de pista. Cuando la refriega terminó, la distancia de Lewis a Max había bajado de 6,5 segundos a uno y pico.

Y a partir de la Vuelta 22, la normalidad otra vez: Hamilton era tres décimas de segundo más rápido por giro, como mínimo. Max bailaba sobre todos los pianitos, pero no conseguía darle caza. Así hasta la Vuelta 36, cuando se decretó un Virtual Safety Car y Max, perdido por perdido, fue convocado a Boxes para calzar Duros; Hamilton no entró. Al final del VSC, la distancia del primero al segundo era de 16,5 segundos; Max estaba obligado a ser más de un segundo por vuelta más veloz que Ham para siquiera alcanzarlo.

Como era previsible, lo intentó y se quedó sin gas cuando estaba a unos 11 segundos. El Mundial era una quimera y se veía a decenas de fans holandeses en las tribunas con los ojos llenos de lágrimas. Pero entonces, el azar, en la advención de un torpe Nicholas Latifi (chocó un muro luchando por la anteúltima posición con Schumacher) generó un Safety Car.

Se produjo ese instante supremo en el que abundan los cuentos de Borges: el instante preciso en que se juega y se define un destino. Y allí, como en la mayor parte del año, Red Bull volvió a ser audaz estratégicamente y Mercedes, el dueño de todos los títulos de la Era V6 Turbo Híbrida hasta hoy, volvió a pecar de avaro: los austríacos llamaron a Boxes a Max para calzar Blandos; por segunda vez, Mercedes decidió mantener a Ham en  pista con sus Duros de treinta y pico de vueltas.

A partir de allí, eficiente gestión de los comisarios de la FIA para despejar la pista, restañar las vallas de seguridad, sacar de en medio de Max y Ham a los cinco rezagados que se les interponían y dejarnos una vuelta lanzada, una única vuelta lanzada para definir el Mundial más parejo de toda la historia. Chapeau para Masi, que estuvo muy cuestionado en el último tercio de temporada.

Entonces, Verstappen, el chico de la película, atacó con todo lo que le quedaba ante un Ham condenado estratégicamente a resistir. Y fue eso (la voracidad de Max, su granítica voluntad de seguir luchando desesperadamente incluso cuando todo parecía perdido) lo que le dio el Mundial a Max. Merecido; se decía en este mismo foro hace cuatro carreras que había sido el piloto del año, el que más había dado en relación a la herramienta de la que disponía.

Pero también es cierto que las carreras de Ham desde Brasil fueron dignas de uno de los Top 5 de la historia como él: perdido por perdido tras México, se pintó la cara de Rosberg y empezó a imitar a su rival en todo aquello en lo que el neerlandés lo había superado este año. Su determinación (la de los dos) nos dio este final inolvidable.