Luego de publicar su pedido de entrada a la F1 (y recibir un destemplado y antieconómico 'no nos interesa tener 11 equipos' de la FIA), Andretti Motorsports no se desanima por los obstáculos que los equipos grandes le ponen tenazmente a su ingreso.

Incluso hay declaraciones públicas medrosas de Toto Wolff, líder de Mercedes, advirtiendo a los estadounidenses (célebres por su cultura tacaña en lo que a deporte motor se refiere) que tendrán que poner 900 millones de euros en un primer momento sólo para arrancar. También Cristian Horner, adalid de Red Bull, hizo declaraciones intentando desalentar a los estadounidenses.

El mensaje es claro: los europeos que dominan la Fórmula 1 actual tienen pánico de que la entrada de un verdadero grande del deporte motor estadounidense como Andretti les pase el trapo a mediano largo plazo. Se concentran en la pérdida inmediata (de más del 9% promedio) en los ingresos para los otros diez equipos si hay que repartir el dinero de la FOM entre once. Y no se dan cuenta de que un equipo estadounidense peleando por victorias en la F1 haría crecer la categoría muchísimo más que ese 9 por ciento perdido a corto plazo, hasta niveles inimaginables hasta ahora. Quizá Zack Brown, numen de McLaren, es el único que comprende las implicaciones positivas de una incorporación de Andretti a la F1, y sin dudas el único que se mostró a favor.

En este contexto, el patriarca de la dinastía Andretti, el legendario Mario, anticipó que el equipo se llamará “Andretti Global”, operará en Inglaterra y “usará motores Renault”. Pese a todo, declaró a una publicación del mundo Indy, el coche se construirá en Indianápolis en una planta nueva construida expresamente.

El legendario Mario Andretti le contestó al antipático (y a la defensiva) Wolff que “No somos unos novatos en este negocio. Conocemos los requisitos, los hemos estudiado y hemos rellenado todas las casillas. Michael lleva tiempo trabajando en ello, pero ha tenido que cambiar de dirección porque no hay ningún equipo en venta”, explicó.