Las condiciones de inestabilidad en la conducción del seleccionado mayor desde que la AFA decidió no renovarle el contrato a Diego Maradona, rondan el predio de Ezeiza y el endeble cargo de Sergio Batista, que no se corresponde con las historia y mucho menos con éste truculento presente que desde lo mediático, fogonea el tema de la confirmación de un entrenador sin solución de continuidad y promete agregarle más páginas de un debate que fue perdiendo sustancia.

Así como Julio Grondona no le respondió a la dimisión (para muchos desaire conspirativo) de Diego, contratando otro técnico con la polvareda de su salida sin despejarse, con el correr de los meses y de una agenda vigente de compromisos de fuste ya pactados por la casa de calle Viamonte, la situación se torna irregularmente peligrosa.

Batista muestra aplomo, sobriedad y a juzgar por las declaraciones de los principales futbolistas, una buena capacidad de lobbies que revela una personalidad mas fuerte de la que su aspecto sereno y su limitada verborragia, sugiere. La dilación del pronunciamiento del Comité Ejecutivo como decíamos, pasó de ser de saludable a imprudente para beneficiar así, una polémica improductiva y pirotécnica a las que el propio Diego adereza por momentos, de forma penosa.

Las últimas declaraciones en su gira por algunos países europeos, nos muestran a un hombre despechado y solo nostálgico al que el amor por una causa lo empieza a arrastrar al grotesco con apelaciones inéditas de su parte a que se reconozca su enorme historia como a jugador comparativamente con la discreta de su nuevo rival, el Checho Batista y con el alarde de una amistad profunda con su nuevo “sponsor” Néstor Kirchner al que muchos señalaban como el aval para la continuidad luego de Sudáfrica pero que no pareció tal en los días de la desvinculación, por el contrario, el rumor del desamparo oficial pareció confirmarse cuando Grondona bajo su pulgar a las aspiraciones de Maradona aún, sin saber a quién le ofrecería ese pesado testimonio.

Esta especulación que perdura por estos días, dilata el trazado de un proyecto y amotina posiciones generando antinomias que nada aportan pero que en esta parte del mundo, se comportan como elementos muy jugosos para la comunicación.

Es imprescindible que la AFA defina la conducción de la selección para aventar las malas energías que por envidias y legítimas ambiciones, se concentran inevitablemente en torno a ésta empresa que sigue generando millones pese a tales desatinos.

Sin un jefe de equipo definido es imposible comenzar a desarrollar un trabajo programado y estratégico y por eso se navega entre el reclutamiento de jugadores emblemáticos y en muchos casos de prestación agotada con otros que conformando la reserva virtuosa de la renovación, no terminan de tener el lugar necesario, esto amordaza a Batista en tanto entrenador eventual, que no tiene atribuciones plenas para aplicar su impronta y solo prepara un equipo para ganar convencido que ese será el único elemento de peso para inclinara la balanza a su favor.

No hay mucho margen para el análisis en lo estrictamente futbolístico por lo antes establecido, sin embargo se reiteran producciones individuales que deberían estar en los apuntes revisionistas del próximo orientador de la selección como Martín Demichelis y Gabriel Heinze y la recurrencia a convocatorias de jugadores que evidentemente no estarán en un alto nivel competitivo por el inexorable paso de los años, para el mundial de Brasil en 2014, ahora, si la premisa es ganar la Copa América que se jugará en nuestro país el próximo año algo que no se reitera desde Guayaquil 1993, entonces, hasta el último de los mohicanos, podría dar una mano en tan noble causa.
Una cuestión de fondo y de formas que deben ser revertidas, solo así, volverán aquellos tiempos de los años felices (Osvaldo Soriano).

Néstor Clivati
Competencia