La estrella de Sergio Massa fue parida como reacción al camino autoritario que potenciaba Cristina Fernández y como acción audaz y oportuna de un grupo de 20 intendentes que intentan una renovación generacional que le dé mas poder a los que tienen una relación directa con los ciudadanos.

Massa supo interpretar esas dos demandas en el momento justo. La de colocarle un límite definitivo a los intentos de eternizarse en el poder por parte de la presidenta y la de convertir a la política en una maquinaria de soluciones a los mas graves reclamos de los ciudadanos de a pie.

La astucia del intendente Massa lo llevó a poner un pleno en la ruleta de su destino. Apostó toda la popularidad que había cosechado con su manera de utilizar los medios de comunicación.

Para mostrar una alternativa al infantilismo de muchos funcionarios que se regodearon en la mala praxis convocó a Roberto Lavagna, el mejor ministro de Economía desde el retorno de la democracia. Pero no conforme con eso, lo rodeó de varios expertos que saben lo que hacen como Miguel Peirano, Ricardo Delgado, Martín Redrado, Jorge Sarghini y Jose Ignacio de Mendiguren, entre otros.
 
Todos encarnan con sus trayectorias el modelo económico de Massa que es mas parecido al último duhaldismo y al primer kirchnerismo que al menemismo. Es un proyecto que apuesta a la producción y al trabajo y no al neoliberalismo fondomonetarista como dicen los K para humillarlo. Le gusta decir que el Frente Renovador es de centro, moderado en lo político, keynesiano en lo económico y fanático de la gestión y resolución de los problemas concretos de la gente.

Para que todos tuvieran en claro que Massa considera como gravísimos problemas a la inseguridad en general y al narcotráfico en particular, invitó a Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, responsable del concepto y la realidad de “tolerancia cero” con el delito y al general Oscar Naranjo, un experimentado combatiente contra los carteles de la droga de Colombia.

La forma de construir políticamente de Sergio Massa también es abierta y plural. Como buen peronista no pregunta de donde vienen si no hacia donde van. Y ya se sabe a donde van los peronistas: derechito hacia el poder. Esa es su razón de ser en la vida y el motivo de sus torrentes de adrenalina. Sumó intendentes con votos y gestión como los radicales Gustavo Posse y Mario Meoni, del PRO como Jorge Macri, vecinalistas y peronistas de todos los colores. Hacia el progresismo exhibió a Adrián Pérez y Santiago Cantón y también se convirtió en imán de algunos personajes desprestigiados como Luis Barrionuevo que lo conoce como si lo hubiera parido.

Lo mejor hacia el futuro es que va a constituir una suerte de gabinete en las sombras que será la usina generadora de proyecto de leyes y acciones de gobierno para todos los municipios del país que se quieran sumar. Lo peor es que no aparece demasiado comprometido ni preocupado en combatir la matriz corrupta del kirchnerismo que hizo verdaderos estragos en la infraestructura, en el transporte y parió el agujero negro energético.

Sergio Massa tiene apenas 41 años y el sueño y la posibilidad de ser presidente dentro de dos años. Su esposa Malena encaja justo dentro de las personalidades fuertes que conforman la pareja justicialista por excelencia. Massa tiene buena química con las personas comunes y silvestres. A los hombres los saluda con un “¿Cómo andás capo?” y a las mujeres las abraza y les dice “Hola mi amor”. Es deportista y tiene una gran energía para el trabajo pero fuma demasiado unos cigarritos con aroma de habanos. Le suele doler la panza producto del estress y de algún problema de diverticulitis.

Es jodón y a veces tan bromista y coloquial que algún día una cámara sorpresa o inesperada le va a jugar una mala pasada. En un corte de mi programa de cable, le puso ambas manos en la cara a Ricardo Alfonsín y lo empujó con afecto y lo chicaneó: “Por tu culpa, guacho, me peleé con todo el gabinete”. Y se larga a reir sin advertir que en cualquier momento alguien va a publicar esas travesuras que le salen del alma. Entró al peronismo de San Martín por la puerta del liberalismo de la UCeDé de los Alsogaray y enseguida fue diputado provincial. Duhalde lo puso al frente del Anses con apenas 29 años y supo hacer relaciones y política con esa inmensa caja de recursos. Fue un jefe de gabinete que no acepto las humillaciones personales a las que Néstor solía someter a su gente.

Llegó y se fue rápido del gobierno nacional y levantó en Tigre una gestión que pretende utilizar como vidriera de lo que que le gustaría hacer en el país en el 2015. Este domingo se encendió la estrella de Sergio Massa. Pero también puede estrellarse. Faltan dos años para saber si su destino será epopeya.