La política argentina siempre es una caja de Pandora. La vida te da sorpresas y el devenir de sus escenarios también. En pocas horas este país y su clase dirigente pasaron del día a la noche y el gobierno que parecía que agonizaba, de pronto, resucitó.

La noticia más terrible y demoledora vino de las urnas. La soberanía popular, hace apenas 120 horas, había castigado duramente a la presidenta Cristina y sus listas del Frente para la Victoria. De aquellos 12 millones de votos (54%) del 2011 habían caído a los 7 millones y medio. Perdieron más votos que los que ninguna fuerza opositora individualmente, puso conseguir.
 
En menos de dos años, a Cristina se le fueron de las manos 4 millones y medio de votos y fue derrotada en todas las provincias grandes y algunas simbólicas como Santa Cruz y en la mayoría de los distritos bonaerenses, incluso en el otrora inexpugnable Conurbano. Y como si esto fuera poco se quedó sin posibilidad alguna de intentar la reelección eterna, puso en duda su capacidad para bendecir con su dedo a su heredero y parió un nuevo liderazgo como el de Sergio Massa que fue el candidato mas votado y que ante la sociedad quedó como un presidenciable y ante el peronismo como un posible nuevo jefe.

Encima, los problemas de salud la obligaron a recluirse en la quinta de Olivos y a dejar por un rato el bastón de mando. Pero esto no es Suiza. Lo que parecía inevitable y definitivo, resurgió de sus cenizas. Ya habían empezado a pasarse viejas facturas entre Insaurralde y Mariotto y entre varios ministros. Empezaba a crujir el cristinismo en su atomización de por lo menos tres aspirantes a la corona: Daniel Scioli, Sergio Uribarri y Jorge Capitanich.

Pero en lo que dura el aleteo de una mariposa, un volantazo de la Corte Suprema de Justicia encendió las luces nuevamente y le dio a quienes estaban abatidos en pleno repliegue táctico una bandera para que pudieran refundarse. Volvieron las sonrisas, los dedos en vé y hasta la épica del “vamos por todo” cuando horas antes habían caído en la etapa del “salvemos lo que podamos”

La declaración de constitucionalidad de la ley de medios además de un instrumento legal, es un capital simbólico alrededor del cual el cristinismo volvió a agruparse. Habían pasado pocas horas de la estampida y por lo tanto nadie se había ido demasiado lejos. Regresaron enseguida al eje de su vida, a su razón de ser: mantener el poder y quebrar al grupo Clarín como dos aspectos de la misma utopía.
Resurgieron las viejas consignas a las que se les había mojado la pólvora. Clarín Miente o que te pasa que estás nervioso. Criaturas que había parido Néstor Kirchner. La gran incógnita es como seguirá esta película.

¿Qué pesará mas en el ánimo de los ciudadanos? ¿Una fuerza que dilapidó el 40 % de su caudal electoral en dos años y se quedó sin posibilidad de presentar en elecciones a su única carta ganadora y líder carismática o la posibilidad de avanzar a paso redoblado sobre la caja para intentar quebrar al mayor enemigo que inventaron? ¿Hay que ponerle signo de pregunta al fin de ciclo? El kirchnerismo se levantó de la lona a la cuenta de ocho y alzó nuevamente la guardia. Está muy herido, pero le sobran energías y ganas de seguir pegando. Sabe que es lo único que lo mantiene vivo. Redoblar la apuesta. Por eso Sabbatella necesitó tanto del circo mediático y de la sobreactuación. Era un mensaje mas para la militancia y su propia tropa que para intimidar a Magnetto y sus muchachos.

Era como decir: todavía cantamos. Con Víctor Heredia y sin Alfredo Casero. Con nuevas palabras hechas incógnitas. ¿Se adecuará Clarín o será Cristina la que se adecue a su nueva situación sin continuidad garantizada? ¿Los gobiernos pasan y los diarios quedan? ¿O los diarios cierran y los gobiernos vuelven reciclados? Nadie puede aburrirse en la Argentina.

Nadie tiene la vaca atada hasta que termina de atarla. Los rumores se multiplican: cambios de gabinete, regreso triunfal de Cristina, gendarmería en canal 13 o un grupo de gobernadores que dice basta de Guillermo Moreno y de tanto odio de estado, y un cacerolazo en ciernes que tal vez produzca mas ruido que nueces. Nadie lo sabe bien. Hoy el bien y el mal conviven por igual. Al gobierno le pasó lo mejor y lo peor que le podía pasar. Son dos caras de una misma moneda que volvió a saltar por el aire.