Gran revuelo dejó el paso de la presidente Cristina Fernández de Kirchner por Harvard, una universidad de elite de los Estados Unidos.

Por un lado, fue la primera oportunidad para que le preguntaran sobre temas como la reforma de la Constitución. Respondió con deliberada ambigüedad.

A lo largo de las respuestas, la presidenta recurrió muchas veces al tono burlón, molesta por el tenor de algunas preguntas.

Me pregunté por qué había ido a Harvard si le molestaba el perfil de los estudiantes de Harvard, y por qué descalificaron a esos estudiantes en función de su militancia o su ideología. Al entrar en esa disputa, Cristina Kirchner cayó en una frase por demás desafortunada, que la obligó a suavizar sus dichos sobre La Matanza a través de Twitter.