La frase de Cristina fue realmente infeliz. Quedará por mucho tiempo en la memoria de los argentinos. “Chicos, estamos en Harvard. Esas cosas son para La Matanza, no para Harvard”. Apenas lo dijo, ardió Troya. Y las redes sociales. El rector y el presidente del Centro de Estudiantes manifestaron en forma prudente, su dolor y tristeza por lo que expresó la presidenta.

De inmediato se desató una cacería mediática sobre ellos. No hay espacio ni para el mínimo matiz crítico. La presidenta nunca se equivoca y el que manifiesta una suave crítica pasa a ser un traidor, un gorila, un golpista, alquien al que hay que silenciar. Creo que mas grave que la frase de Cristina fue lo que ocurrió después.

Para la presidenta hubiera sido mas fácil decir, me equivoqué: “Quise hacer una ironía y chicanear a los chicos de Harvard y no me expresé del todo bien. Les pido disculpas”. Si hubiera hecho eso, se terminaba toda la polémica. Todos nos equivocamos. Menos la presidenta. Ella es perfecta. La respuesta fue atacar a los que se atrevieron en forma moderada y respetuosa a decir algo. Esto es lo mas grave. El miedo que lleva al silencio y la autocensura.

Pinky que en su momento casi gana las elecciones en La Matanza no se privó de jugar fuerte cuando dij que : “ A la presidenta le salió del alma esa tilinguería”. La propia Cristina en un acto importante rescató fotos y un discurso que ella pronunció hace 4 años en la universidad y se lo envió al rector porque, dijo, “tal vez se olvidó”, que estuvimos con Néstor. La verdad es que Cristina tuvo un error y por no querer reconocerlo hizo la pelota mucho mas grande. Utilizó twitter para decir que lleva en el corazón a los matanceros y ayer dijo que fue mas de 15 veces y que hay algunos que ni la conocen en foto a La Matanza y que a ellos tampoco los conocen en La Matanza.

Para ser rigurosos hay que decir que es verdad que el matrimonio Kirchner tuvo una especial atención por ese partido. Ayudaron con fondos. Hicieron obras. Fueron a varios actos. Es que La Matanza es la capital del peronismo. Desde 1983 siempre tuvo intendentes de ese partido. Alberto Ballestrini fue un caudillo recordado por su vida y obra ahora que está peleando contra la muerte. Hoy la universidad mas que una alta casa de estudios es un milagro. Es un monumento a la movilidad social ascendente y a la verdadera justicia social. Queda en la ciudad cabecera del partido, en San Justo y cuando uno entra parece que entrara en una fábrica de sabiduría, progreso y modernidad. De hecho, en ese predio, antes funcionó una fábrica de autos. Ahora es uno de los orgullos de la Argentina.

Le doy los números: 40 hectáreas con cientos de aulas para estudiar 40 carreras de grado, postgrado y maestrías. Tiene, escuche bien, por favor, 41 mil alumnos. La biblioteca es un paraíso, como decía Borges. Tiene salas de lectura parlante y silenciosa con la última tecnología igual que los 18 laboratorios informaticos. Esa mole maravillosa, tiene la mejor de las melodías que es la de las risas, las discusiones, las clases, las asambleas de los muchachos. Es una bandera que debe levantarse bien alta. La enseñanza de excelencia académica en el corazón de las multitudes que viven tanto en el partido como en el municipio.

Son 352 kilómetros cuadrados donde viven cerca de dos millones de personas. La única ciudad que la supera es la de Buenos Aires. Es un país dentro del país. El país de los laburantes, de la gente mas esforzada, de la que no tienen privilegios, de la que todo lo tiene que hacer a pulmón. La universidad fue a generar mas ciudadanía. A evitar que los muchachos se fueron a estudiar a otro lado o que abandonaran sus sueños de ser profesionales. Es el lugar a donde todo padre quiere que vayan sus hijos.

Escuche este dato, por favor: el 80 % de los alumnos es el primer universitario de su familia. Sabemos que en la provincia hay 700 mil muchachos ni, que ni trabajan ni estudian y ese es un caldo de cultivo para los peores flagelos sociales, la droga y el delito. La universidad de La Matanza es todo lo contrario. Es la cuna donde salen mejores ciudadanos, mejores tecnicos y profesionales, los nuevos liderazgos, es la olla donde se cocina lo mejor de la argentina que viene con la educación como igualador de oportunidades. Cuidemos La Matanza. Respetemos a esa universidad milagrosa. Valoremos esa inmensa construcción colectiva y democrática. No matemos a La Matanza.