Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacio Ponte y Blanco nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Sus padres, que murieron pronto, eran parte de la aristocracia criolla venezolana, fieles a la corona española y propietarios de plantaciones de cacao y minas de cobre.

Tras la muerte de sus progenitores, el jovencito Simón se quedó bajo la custodia de sus tíos.
A los 14 años viajó a España a darse un poco de buena vida usando la fortuna familiar y en 1802 se casó con María Teresa Rodríguez del Toro, quien perdió la vida muy poco tiempo después.
Simón quedó rápidamente viudo y fue codiciado por varias mujeres, muchas de las cuales cumplieron sus deseos.
Hablaba muy bien francés, era muy habilidoso con la espada y, además, era un gran bailarín. Encantos no le faltaban.

Volvió a Europa en 1804. Visitó Madrid, París y Roma. 
Tenía 21 años y unas ideas muy claras. En la ciudad luz se encontró con Alexander Von Humboldt, un biólogo alemán que había recorrido América, quién lo convenció del poderío del continente y de las luchas que deberían darse por la libertad.
Bolívar presenció la coronación de Napoleón y quedó impactado.

“La corona que se puso Napoleón sobre la cabeza la miré como una cosa miserable; lo que me pareció grande fue la aclamación universal y el interés que inspiraba su persona. Esto, lo confieso, me hizo pensar en la esclavitud de mi país y en la gloria que conquistaría el que lo libertase”.

En el monte Sacro de Roma, sin más preámbulos, acompañado por su maestro de la infancia Simón Rodríguez y su primo Fernando del Toro, se juramentó independizar a América.

“Juro ante ti, por el Dios de mis antepasados y en honor de mi patria, que no daré reposo ni a mi cuerpo ni a mi espíritu hasta que no haya roto las cadenas de España”.
Tremendo momento de la historia de un hombre, que sólo tenía tenía 22 años.

Volvió envalentonado por lo que Napoleón hacía con los españoles en Europa y participó con un papel destacado de lo que terminó decretando el Congreso Constituyente el 5 de julio de 1811: la independencia de Venezuela.
Viajó a Londres y convenció a Francisco de Miranda para que fuese el primer presidente, pero el gobierno fracasó y los realistas reconquistaron el poder.

Bolívar se estableció en Cartagena de Indias y allí preparó la insurrección. Escribió el “Manifiesto de Cartagena”.
Allí expuso las razones por la cual cayó la primera república venezolana. Mala administración de rentas públicas, federalismo mal entendido, la dificultad de establecer un ejército permanente y el terremoto de 1812. 
Sobre este terremoto que azotó Caracas dijo: 
“Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.

En 1813 tomó nuevo impulso y con la consigna “guerra a muerte” avanzó en sus proyectos liberadores. En Mérida fue aclamado Libertador. Tomó Caracas, pero debió enfrentarse contra “los llaneros”, jefes militares disidentes dirigidos por el realista José Boves.
Hubo muchas idas y vueltas y recién se reorganizó en Haití para lanzar en 1816 nuevas expediciones. Aprendió de sus fracasos anteriores y se mostró más conciliador, ya que sus tácticas “a muerte” habían generado mucho odio.

Se alió con José Antonio Páez y crearon un ejército más disciplinado y efectivo.
En 1819, en el Congreso de Angostura, propuso la creación de la Gran Colombia (Venezuela, Ecuador, Colombia).
Siguió con sus luchas hasta que el 24 de junio de 1821 ganó una batalla fundamental, la batalla de Carabobo. Ese triunfo consolidó la libertad de Venezuela, aunque faltarían un par de años para el cierre definitivo de la campaña.
El ejército republicano encabezado por Bolívar venció a los realistas de Miguel de la Torre. El parte de batalla dijo el número de 2908 muertos, heridos y prisioneros del lado perdedor, y 200 bajas del ejército de don Simón.

Lo nombraron presidente, pero delegó el cargo en sus acompañantes y cruzó Los Andes para liberar a Ecuador con ayuda de Antonio José de Sucre.

DOS POTENCIAS SE SALUDAN

Aunque la historia oficial lo cuenta como el abrazo de los Libertadores de América, el único abrazo que existió entre San Martín y Bolívar fue breve y seco.
Más que encuentro fue un desencuentro. 
Ocurrió en julio de 1822 en la ciudad de Guayaquil.

Simón Bolívar, el general y su laberinto

Jorge Luis Borges escribió un cuento llamado Guayaquil que apareció en “El informe de Brodie” en 1970.
“La entrevista de Guayaquil, en la que el General San Martín renunció a la mera ambición y dejó el destino de América en manos de Bolívar, es también un enigma.
Algunos conjeturan que San Martín cayó en una celada. Otros, como Sarmiento, que era un militar europeo extraviado en un continente que nunca comprendió. Otros, por lo general argentinos, le atribuyeron un acto de abnegación. Otros, de fatiga. Hay quienes hablan de la orden secreta de no sé qué logia masónica… ”.

San Martín se retiró de la escena y lo dejó a Bolívar, que asumió el gobierno de Perú y combatió contra los realistas asegurando la independencia en la batalla de Junín.
Tras la liberación del Alto Perú, el nuevo país en su homenaje fue llamado Bolivia.

Quiso unir la Confederación de los Andes (Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Venezuela) pero no tuvo éxito. Los poderes que había en contra eran muy grandes.
Empezaron a difamarlo, renunció a la presidencia de Perú, volvió a Bogotá y allí fue nombrado presidente dictatorial. 
Sufrió un atentado del que se salvó de milagro, renunció a todos sus cargos y lo echaron del país.
Decepcionado, exiliado, se enteró del asesinato de su amigo Sucre y la depresión fue peor.

Inició un viaje a Cartagena de Indias, pero se detuvo en Santa Marta porque su estado de salud empeoró. Allí se instaló en la Quinta San Pedro Alejandrino con su médico de cabecera el Dr. Alejandro Reverent. 
Bolívar creyó que su salud mejoraría y se embarcó mentalmente en proyectos de viajes y nuevas exploraciones por el viejo continente. Sin embargo, la realidad era otra. 
Su médico se lo hizo saber y comenzó el principio del fin. Escribió su testamento y una carta al pueblo colombiano:

“¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.

Finalmente, a las 13.03 del viernes 17 de diciembre de 1830, el Libertador Simón Bolívar murió.
El médico casi de inmediato le realizó una autopsia para confirmar la causa del deceso y luego informó: 
"Según este examen, es fácil reconocer que la enfermedad de que ha muerto el Libertador era en su principio un catarro pulmonar, que habiendo sido descuidado pasó al estado crónico, y consecutivamente degeneró en tisis tuberculosa".

MANUELA SÁENZ

En los últimos 8 años de su vida, Bolívar fue acompañado por una quiteña llamada Manuela Sáenz, que era esposa del inglés Thorne pero se fue con Bolívar para ser su amante y su compañera de luchas.
Ella le salvó la vida en la Conspiración de Bogotá y fue llamada por eso la Libertadora del Libertador.

Simón Bolívar, el general y su laberinto

Fue denostada y perseguida cuando Bolívar murió, pero el tiempo puso las cosas en su sitio. La historia verdadera la convirtió en heroína, precursora del feminismo en nuestra América.
Gabriel García Márquez la erigió en uno de sus personajes principales en “El General en su laberinto”. Y en Puerto Madero hay una calle que lleva su nombre.

TRES FRASES FINALES DE BOLÍVAR

“La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer”.

“El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor”.

“Mi gloria se ha fundado sobre el deber y el bien”.

Simón Bolívar, uno de los grandes. Libertador de seis países.
Un nombre inmenso en la historia conflictuada de nuestras tierras.