Juan Domingo Perón nació en la ciudad de Lobos el 8 de octubre de 1895.  Su madre, Juana Salvadora Sosa, y su padre, Mario Tomás Perón, no estaban casados. Recién lo hicieron cuando Juan tenía 8 años y su hermano mayor, Mario Avelino, 12.

Los niños se criaron en Lobos y Roque Pérez, hasta que la familia se trasladó a la Patagonia. En 1904, los padres mandaron a los chicos a Buenos Aires para que estudiaran en la Capital. Juan quedó a cuidado de su abuela paterna. Ya lo llamaban Pocho.

En marzo de 1911 ingresó en el Colegio Militar, gracias a una beca. Y se graduó como subteniente de infantería dos años después.

Era un joven inquieto y muy amante de los deportes. Practicaba boxeo, atletismo y esgrima, disciplina en la que se coronó campeón militar nacional en el 18.

Pronto llegó a Teniente, y luego a Capitán.

En el 26 ingresó en la Escuela Superior de Guerra y allí ejerció como docente: profesor de Historia Militar. 

En 1928, Perón se casó con Aurelia Gabriela Tizón, una maestra de 26 años a la que llamaban Potota. 

En el 31 ascendió a Mayor y publicó el primero de sus libros: Apuntes de la historia militar.
Se fue a Chile como agregado militar y en el 39 lo mandaron a Europa. Ya había muerto su esposa y necesitaba sacar un poco la cabeza de ese dolor.

Estuvo en Italia, España, Alemania y de esa recorrida tomó algunos ideales nacionalistas que ya aplicaría en su momento. A algunos de esos ideales los llamaron fascistas.
No ocultó en aquel viaje su admiración por Mussolini, con el que tuvo una entrevista.

Volvió a la Argentina en el 41, con Roberto Marcelino Ortiz como presidente. Ortiz moriría en el cargo y sería sucedido por Ramón Castillo, que fue víctima de un golpe militar perpetrado por las Fuerzas Armadas, entre las cuales se encontraba Perón, formando parte del GOU (Grupo de Oficiales Unidos). 

Allí comenzó a sobresalir por sus inquietudes y pronto fue puesto al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión.

En enero del 44 un terremoto devastó la ciudad de San Juan y Perón dirigió la campaña de solidaridad organizando diferentes eventos. En uno de ellos conocería a María Eva Duarte.

La situación del gobierno del país no se sostuvo y el general Pedro Pablo Ramírez renunció, asumiendo la presidencia un amigo de Perón: el General Farrel. Perón fue nombrado Vicepresidente y Ministro de Guerra, además de seguía al frente de la Secretaría de Trabajo. Más poder, imposible.

La tarea del Coronel Perón en esa secretaría fue histórica: logró que la jubilación alcanzara a todos los trabajadores y creó el famoso estatuto del peón de campo.
Pero empezaron a mirarlo mal. Y más que eso.

La sangre llegó al río. El poder de Perón y sus ideas llevaron a que los integrantes del gobierno quisieran sacárselo de encima. Lo quisieron encarcelar. Perón renunció a todos sus cargos y fue trasladado a la Isla Martín García. 
A las 2 de la madrugada del 17 de octubre de 1945 ingresó al Hospital Militar.

Había comenzado un día que dividiría en dos la historia de este país.
Cuando el pueblo se enteró de que el hombre que luchaba por sus derechos estaba detenido, reaccionó. La Plaza de Mayo comenzó a poblarse de gente que llegaba de todos los rincones del conurbano. Algunas lenguas venenosas hablaron de “aluvión zoológico”.
El pueblo pidió a gritos la presencia de Perón.

Juan Domingo Perón, el nombre inevitable

Poco antes de la medianoche, Juan Domingo salió al balcón y fue aclamado por la muchedumbre. Las cartas estaban echadas.
Perón decidió postularse para presidente e inició una campaña por todo el país. Dejó de lado al militar y le dio rienda suelta al político. Ese mismo mes, se casó con Evita.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos había retirado a su embajador de la Argentina como presión para que el gobierno tomara la decisión de declararle la guerra al eje, pero pasado el tiempo y recompuestas las relaciones enviaron a Spruille Braden. 

El 24 de febrero de 1946 la fórmula Perón-Quijano ganó las elecciones con un millón y medio de votos, 300 mil más que la Unión Democrática, fuerza política apoyada especialmente por el embajador de Estados Unidos. 
La frase que identificó a esa campaña fue “Braden o Perón”. Y ganó Perón.

La primera etapa del gobierno fue esplendorosa para las masas populares que se vieron aún más reivindicadas y tomaron el centro de la escena por segunda vez en la historia (la otra, con Yrigoyen). 
La economía trató de favorecer a los más necesitados, se movió la industria nacional. Perón había prometido nacionalizar los servicios públicos y lo hizo. 

Y en el 47 se aprobó el voto femenino, una ley que llegaba de la mano y del impulso de Evita.
En el 49 se reformó la Constitución, oficializando los derechos sociales y la posibilidad de reelección.

Ese año, Hugo del Carril presentó “La Marcha Peronista”, una canción mítica que 70 años después tocaría, por ejemplo, David Guetta.

El 22 de agosto del 51 se realizó el Cabildo Abierto del Justicialismo, y allí el partido le pidió a Eva que acompañara a su esposo en la fórmula para las siguientes elecciones. Ella aceptó, pero días después por radio declinó. Estaba muy enferma. No le quedaba mucho de vida. 
Perón, acompañado nuevamente por Quijano (que moriría pronto) ganó las elecciones con el 60 por ciento de los votos. Evita murió el 26 de julio de 1952.

El funeral de Evita
El funeral de Evita

Allí el gobierno entró en decadencia. La situación económica se puso difícil y no ayudaron un par de malas cosechas. La oposición se incrementó y se puso heavy la mano.

Hubo un intento de asesinato a Perón, un bombardeo que dejó 6 muertos, y él respondió de una manera fatal: “Hay que darles leña a los opositores”.

El régimen se endureció. Las denuncias por el avasallamiento de las libertades individuales crecieron. Y por si algún enemigo le faltaba, se metió con la Iglesia. 

El 16 de julio de 1955 hubo una rebelión armada propulsada por la Marina de Guerra. Bombardearon la casa de gobierno y la plaza de mayo. Hubo 200 muertos. Querían matar a Perón.

Perón habló en cadena nacional, tratando de apaciguar las aguas. Primero llamó a la pacificación y luego se precipitó hacia el camino sin retorno: “por cada uno de nosotros que caiga, caerán cinco de ellos”. Fue el final.

El 16 de septiembre, un alzamiento militar nacido en Córdoba bajo el mando del General Lonardi, generó un golpe de estado. Perón renunció el 19 de septiembre y se refugió en una cañonera paraguaya que estaba en el puerto. 

Lonardi asumió como presidente ante una algarabía total de una parte del país.
Empezó la venganza. Se destrozaron todos los símbolos del peronismo y el gobierno prohibió mencionar esa palabra maldita. Durante muchísimo tiempo nadie más pudo decir … Perón.

Pasaron casi 18 años. Perón estuvo exiliado en Paraguay, Panamá, Nicaragua, Venezuela, República Dominicana y España, donde pasó 12 años en una quinta cercana a Puerta de Hierro en Madrid. Allí se casó por tercera vez. La mujer se llamaba María Estela Martínez y le decían Isabelita.

Perón volvió brevemente a la Argentina en 1972 y su regreso histórico se produjo el 20 de junio de 1973. Ese fue un episodio que terminó siendo una catástrofe: las confrontaciones internas de los diferentes grupos del Movimiento desataron una barbarie en Puente 12, que dejó un saldo de 13 muertos.

Juan Domingo Perón, el nombre inevitable

Cámpora, que había ganado las elecciones, renunció y en las nuevas votaciones la fórmula Perón-Perón se impuso con el 60 por ciento de los votos.
La idea era que Perón fuese una prenda de paz que condujera a la Argentina hacia una democracia estable. Pero no pudo ser. 

Su salud estaba muy deteriorada y solo pudo gobernar 8 meses. Para colmo se desató una nueva crisis interna en el Justicialismo, mientras el gran patriarca dejaba este mundo.
El 12 de junio del 74 dio su último discurso.

“Llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.

Juan Domingo Perón murió el primer día de julio de 1974. A los 78 años. 
La tapa del Diario Crónica sólo mostró una palabra de cinco letras: Murió. 
No hacían falta más detalles.

Luego, el infierno siguió ardiendo. Isabelita asumió la presidencia, en lo que significó un hecho histórico en el mundo todo, y el tristemente célebre López Rega colaboró fuertemente en el desbarranque final. 
Las aguas turbias dieron paso a las aguas negras del Proceso de Videla, Massera y Agosti.
Pero esa es otra historia.

Esta fue la vida de un personaje controvertido de nuestra historia. Amado y odiado hasta los extremos. 
Una muestra cabal de lo que la Argentina significa: la gloria o Devoto. 
De todas las maneras, cuando alguien cuente la historia de este maltratado país ubicado en el cono sur del mundo no podrá dejar de mencionar esas cinco letras que lo dirán todo. 

Perón.