Informe BBC. Durante la última década, se ha puesto de relieve un aspecto de la fusión entre la pornografía y la tecnología: la adicción.

Si bien existe un gran debate en la comunidad médica sobre la precisión del término, dado que son necesarias ciertas condiciones para definirlo como patología, los psicólogos y psiquiatras han comenzado a tratar casos de uso compulsivo de dispositivos digitales.

Una de estas profesionales es Anna Lembke, profesora de la Universidad de Stanford, EE.UU., y jefa de la clínica médica especializada en adicciones de la misma institución.

En una entrevista con BBC Brasil, Lembke dice que "las propiedades adictivas de cualquier droga se potencian con más cantidad, más accesibilidad, más potencia y más novedad. Internet y los dispositivos digitales portátiles promueven el surgimiento de todos estos dominios, haciendo que la pornografía de hoy sea más abundante, más accesible, más poderosa y más novedosa que la pornografía del pasado y, por lo tanto, más adictiva".

Para ella, "la adicción al sexo es un problema enorme, que crece de forma oculta" en la sociedad y que ya ha llevado a algunos de sus pacientes a contemplar la idea del suicidio.

"No se trata de estilos de vida o normas sociales. Se trata de las formas en que la tecnología ha transformado la conexión humana, incluyendo el sexo, en una droga a la que todos, incluidos los niños, tienen acceso ".

Descargas de dopamina

Lembke publicó en 2021 el libro Dopamine Nation: Finding Balance in the Age of Indulgence(Nación dopamina: encontrar equilibrio en la era de la indulgencia, en traducción literal).

El libro examina el papel de este neurotransmisor (clave en las actividades cerebrales ligadas a la recompensa y el placer) en el contexto del consumo compulsivo - comida, teléfono celular, redes sociales, entre otros campos - en la vida moderna.

La pornografía también es un atractivo en esta dinámica determinada por las descargas de dopamina.

La profesora de la Universidad de Stanford explica en su libro que nuestros cuerpos siempre intentan mantener la homeostasis, una condición relacionada con el equilibrio corporal. Uno de los puntos de este estado es el término medio entre el placer y el dolor.

Después de obtener una sensación placentera, ya sea comiendo chocolate o masturbándose, el cerebro desencadena un proceso para compensar el otro lado de la escala, con el objetivo de volver a la homeostasis. El lado del dolor puede manifestarse como malestar, irritación o depresión leve.

Luego está el impulso de recrear la anterior sensación de placer.

Esta dinámica neuronal ocurre en todos, pero tiene una influencia diferente en los más jóvenes, porque el cerebro humano está en formación hasta los 25 años.

"Las neuronas que 'disparan' juntas crean conexiones entre ellas", dice Lembke. "Esto significa que si pasamos la adolescencia consumiendo pornografía en exceso como el mecanismo principal para lograr un efecto de relajación, y de eso se trata la adicción a la pornografía, entonces crearemos circuitos neuronales robustos que echarán raíces y se consolidarán para la edad adulta".

Dosis más fuertes

Intentar recrear una sensación de placer una y otra vez puede disminuir su intensidad con el tiempo.

Ahí es donde funciona la analogía con la adicción a las drogas: surge la búsqueda de dosis más fuertes.

En la pornografía en línea, esto a menudo se traduce en hacer clic en videos sexuales extremos, con violencia o algún tipo de tabú.

"La dopamina responde a la novedad en un entorno, ya sea bueno o malo. Porque lleva a alguien a adoptar o evitar un comportamiento, algo fundamental para la supervivencia", dice Lembke.

Anna Lucia Spear King, profesora de posgrado del Instituto de Psiquiatría de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y coordinadora fundadora del Laboratorio Digital Delete-Detox de la misma institución, aborda las dependencias tecnológicas como "la punta del iceberg para investigar qué hay detrás de este comportamiento".

En su opinión, "las dependencias en general son el resultado de la vulnerabilidad de una persona, junto con problemas familiares y debilidades emocionales. Esto se redirige hacia un camino que aparece disponible en sus vidas", dice.

"Esta necesidad de satisfacción emocional se dirige hacia la compulsión, por ejemplo, a través de la pornografía en línea".

¿Estímulo para la violencia?

Décadas de investigaciones sobre la influencia de la pornografía en casos de violencia sexual arrojan resultados complejos que no permiten establecer una relación directa y amplia en la población entre estos dos factores.

Neil Malamuth, profesor de Psicología en la Universidad de California, EE.UU. que ha estado estudiando el vínculo entre la violencia, los medios y el contenido explícito durante 40 años, le dice a BBC Brasil que los grupos pro y anti pornografía son selectivos en el uso de datos sobre el tema.

Rechazan los matices encontrados para no perjudicar sus agendas o campañas.

Señala que "sólo un número relativamente pequeño" de la población demuestra los efectos de la influencia de los medios en episodios de agresión sexual, pero que "las implicaciones y ramificaciones de estos casos pueden extenderse a un número mucho mayor de personas".

Según Malamuth, está "claro que el acceso a muchos tipos de pornografía es mucho mayor que hace años y que las personas seleccionan el tipo que los excita específicamente".

Sin embargo, dice que está más preocupado "por todos los jóvenes que no tienen mucho conocimiento o educación sobre la 'positividad sexual' y cómo ciertos tipos de pornografía podrían afectarlos".

La psicóloga Cynthia Perovano Camargo Baumel, quien tiene un doctorado de la Universidad Federal de Espírito Santo (UFES) sobre la influencia de la pornografía en las relaciones, dice que "no tenemos educación sexual, no hay lugares para discutir esto, aclarar las dudas, y las familias no hablan de ello. El parámetro de estar con alguien (para los jóvenes) es la pornografía".

La experta dice que esto es un problema por "la idealización del desempeño de los hombres, sobre el tamaño del pene y la duración de la erección, y también para las mujeres sobre la voluntad de tener relaciones sexuales sin cuestionamientos y sin ningún estímulo".

¿Cosificación o expresión?

Para Anna Lembke, "existe un nivel en el que toda la pornografía es mala, sin importar si somos adictos o no, porque cosifica y mercantiliza la interacción humana en su nivel más básico".

Baumel dice que hay una serie de preguntas que deben hacerse sobre la producción de pornografía en la actualidad, como la coerción y la violencia que se ejerce sobre actrices y actores en los rodajes, además del consumo por parte de los jóvenes sin filtro ni debate.

Pero Baumel pone una perspectiva histórica sobre la representación del sexo.

"Desde que caminamos por esta tierra, los seres humanos representamos todo lo que hacemos. En las paredes de las cuevas hay representaciones de actos sexuales. Hablamos de bailes, hablamos de comida y hablamos del sexo, que forma parte de nuestras vidas.

"Y esto fue acompañado de la tecnología que se estaba desarrollando: empezamos a hacer escultura, hay escultura del acto sexual. Empezamos a hacer fotos, a hacer videos... Hay registro del sexo. Entonces, expresar y registrar lo que es tan importante para nosotros siempre sucederá. Existe esta postura de 'acabemos con esto, escondamos, desterremos, hagamos que desaparezca de la faz de la Tierra'. No tiene sentido: esto es expresión", dice.