"Que te den una banda y un bastón, no quiere decir que tengas poder", dijo hace poco Cristina. El presidente Alberto Fernández, con su banda y su bastón, se enteró que el bloque de senadores oficialistas se partía, para colonizar un cargo más en el Consejo de la Magistratura, al mismo momento que usted, cuando ocurrió.

Por supuesto no lo hizo Cristina, pero tampoco ninguno de los 35 senadores del bloque: nadie consultó a la Rosada lo que se estaba pergeñando. Tampoco hubo siquiera un aviso. La reacción del gobierno fue rápida esta vez: salió a comunicar su apoyo a la movida, lo que le evitó exhibirse una vez más desorientado.

Pero hacia adentro la división genera algunas dudas adicionales. Los 14 senadores que armaron el bloque Unidad Ciudadana, son purísimos de Cristina. De los 21 que quedaron en el bloque Frente Nacional y Popular, la mayoría responde a gobernadores, que fluctúan entre responder a Alberto o a Cristina, según la conveniencia coyuntural. Lo que desnudó la ruptura es que no hay mas de 3 o 4 senadores que pueda considerarse propios del gobierno de Fernández.

Sin embargo lo que mas descolocó fue la falta de consideración, el no involucrarlos en una estrategia, que no solo implica a la Cámara Alta del Poder Legislativo, sino a la composición del órgano que selecciona y remueve magistrados.

Cada detalle surgido de los movimientos de la vicepresidenta y sus seguidores, demuestra la ruptura dentro del gobierno, y la carencia de comunicación entre la facción más poderosa electoralmente y el albertismo.