La agenda del presidente Alberto Fernández en medio del marasmo económico de la Argentina, resulta superflua. La ministra de Economía, Silvina Batakis, busca otra vez respuestas en el exterior, cuando su antecesor Martín Guzmán, cerró un festejado acuerdo hace pocos meses, que ya no se podrá cumplir.

Por otro lado, la base de sustentación electoral de la alianza de gobierno, el kirchnerismo, está desaparecido en acción. Parece que la tregua ofrecida por el sector de lidera Cristina Kirchner, consiste exclusivamente en no hostilizar a un presidente que se hostiliza solito, pero no existe una sola muestra de unidad o respaldo, aunque mas no sea, a la novel ministra.

Jugado sería, claro, ese respaldo, de existir. Nada parece poder salir bien como están dadas las cosas y por ende, quien apoye esto, pagará los costos de hacerlo.

El dólar parelo, que no solo influye en los precios al consumidor decididamente, sino que además es el único al que puede accederse, sube y baja aleatoriamente sin que ninguna política pública ofrezca un intento de solución. Y la inflación de julio amenaza con ser la mas alta del año, cercana al 8%.

Mencionado el tema inflacionario, todo parece indicar que no hay ases en la manga disponibles para parar el flagelo que destroza el bolsillo del asalariado y la confianza en el gobierno.

Mientras tanto, la oposición se desliza tratando de no cometer errores, pero presionando, por ejemplo, con la convocatoria al jefe de Gabinete, Juan Manzur, a efectos de tratar en el Congreso una moción de censura, un camino constitucionalmente válido, pero que podría, de aprobarse tal moción, generar otro golpe simbólico letal a un gobierno presa de la mas extrema debilidad que se haya visto desde la recuperación democrática.

Ahora bien, los corrillos de todos los colores y de todos los mentideros políticos, sean oficialistas u opositores, mencionan un posible adelanto de elecciones. Pero, fuentes opositoras parecen tratar de rehuir esa posibilidad. Quieren ganar la próxima elección claro, pero quieren que el ajuste lo haga este gobierno, no que se vaya antes de eso.

La situación del presidente Fernández, recuerda la que vivió aquellos días finales de 2001 Adolfo Rodríguez Saa en el complejo de Chapadmalal, solo, acorralado por el propio peronismo que lo había erigido. Con una diferencia: no hay un San Luis hacia donde escapar.

Aquella vez, lo hicieron defaultear al Adolfo. Duró una semana, lo llevaron a declarar la cesación de pagos de la deuda, lo vitorearon para que se sintiese en la cima y lo dejaron caer pocos días después. Ahora la disyuntiva es quien ajusta y tal vez, también, quien vuelve de defaultear. 

Si se adelantan las elecciones, quizás el actual oficialismo pueda dejarle el ajuste al nuevo gobierno. De otro modo, no tiene alternativa que llevarlo a cabo. Mientras se dirime la incertidumbre total y se prolonga la agonía, la economía y la sociedad tambalean y se sumergen en una ciénaga cada vez mas irreversible y fatal.