La propuesta del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, de reformar el sistema judicial desató el malestar social más intenso en décadas.

Decenas de miles de personas protestaron repetidamente en las calles contra el plan, incluso manifestaciones masivas espontáneas que estallaron en todo el país el domingo por la noche después de que despidió a su ministro de Defensa por cuestionar la reforma.

Los disturbios finalmente mostraron señales de desaceleración el lunes, luego de que Netanyahu anunciara un aplazamiento de su plan, alegando que quiere dar tiempo a la búsqueda de un acuerdo con sus oponentes políticos sobre el polémico paquete legislativo.

La mayor confederación de sindicatos de Israel canceló una huelga nacional después de que el primer ministro suspendiera sus planes. Netanyahu hizo el anuncio después de dos días de grandes protestas contra el plan. La huelga general paralizó el aeropuerto internacional del país y miles de personas se reunieron frente al Parlamento para otro día de protestas. El sindicato se unió a líderes empresariales, directores de bancos, pilotos de combate, reservistas militares, académicos, excomandantes de seguridad y otros sectores influyentes de la sociedad para manifestarse en contra del plan.

Netanyahu, quien es enjuiciado por corrupción en tres casos separados, ha estado en el centro de la agitación política que azota al país desde 2019.

Después de que fue acusado, los antiguos aliados de Netanyahu en el gobierno se volvieron contra él y no pudo formar una coalición estable y duradera. Eso condujo a una crisis política extendida que envió a los israelíes a las urnas cinco veces en menos de cuatro años.

Tras un exilio político de 18 meses como líder de la oposición, Netanyahu regresó al poder a fines del año pasado al frente de una coalición con aliados ultraortodoxos y ultranacionalistas, y formó el gobierno más derechista del país.

Después de llegar al poder, figuras clave del Partido Likud de Netanyahu, junto con sus aliados en la coalición, se comprometieron a reformar rápidamente la judicatura del país, lo que según los críticos está guiado por el deseo de impulsar sus agendas ideológicas con menos supervisión judicial.

Los opositores alegan que la reforma cambiaría el delicado sistema de controles y contrapesos del país. También dicen que Netanyahu tiene un profundo conflicto de intereses al tratar de remodelar el sistema legal mientras está en juicio.

El gobierno dice que los cambios legales son necesarios para agilizar la gobernabilidad frente a un poder judicial intervencionista.

Israel ha experimentado casi tres meses de protestas masivas desde que el confidente de Netanyahu, el ministro de Justicia Yariv Levin, dio a conocer la reforma en enero.

Pero el estallido de ira por la destitución del ministro de Defensa, Yoav Gallant, organizado rápidamente por la sociedad en buena medida a través de WhatsApp, fue sorprendente. En alrededor de una hora, decenas de miles de personas bloquearon la carretera principal de Tel Aviv y miles más se manifestaron frente a la casa de Netanyahu en Jerusalén.

Gallant fue el primer miembro del gabinete a nivel ministerial en romper filas y pedir públicamente un aplazamiento de la reforma. Con la moral baja y soldados que amenazan con no presentarse al servicio, Gallant alegó que seguir adelante con el plan podría arriesgar la presteza militar de Israel.

En un Israel obsesionado con la seguridad, Gallant —un arisco general retirado— es uno de los miembros más respetados del nuevo gabinete. Al atacar al hombre responsable de la seguridad nacional, Netanyahu puede haber cruzado una línea roja, y, sin querer, unió a este país profundamente polarizado al tocar la seguridad nacional, una de las pocas áreas de consenso nacional.