Este miércoles, el ministro ruso de Defensa ordenó a sus tropas irse de la ciudad ucraniana de Kherson, la única capital regional bajo su control en todo el país. La retirada de una ciudad con una población de 280.000 habitantes conlleva un importante revés para Rusia.

“Proceda a la retirada de las tropas y adopte todas las medidas necesarias para garantizar el traslado seguro de las tropas, del armamento y de los equipos al otro lado del río Dniéper”, fue las palabras de Serguei Shoigu, ministro ruso de Defensa, al jefe de la agrupación de fuerzas rusas que combaten en Ucrania, general Serguei Surovikin.

El ministro ruso de Defensa, aprobó la retirada luego de que Surovikin aceptara que la defensa de la ciudad y sus aledaños en la orilla derecha del Dniéper era “inviable”. Además, especificó que en las condiciones actuales es imposible abastecer al contingente militar ruso desplegado en la zona.

“Vamos a salvar la vida de nuestros soldados y la capacidad de combate de nuestras unidades. Mantenerlos en la orilla derecha (occidental) es inútil. Algunos de ellos pueden ser utilizados en otros frentes”, expresó el jefe de la agrupación de fuerzas rusas que combaten en Ucrania, admitiendo que la retirada no fue una “una decisión fácil”.

Mediante Internet, se publicaron unas fotos donde se ve el puente de Darivka, en la principal carretera de salida de Kherson hacia el este, completamente derrumbado. Esta situación generó que se especulara con que había sido volado por las tropas rusas en preparación para una retirada.

Ante esto, el presidente Volodimir Zelensky, insinuó en los últimos días que los rusos en realidad fingían una retirada de Kherson para atraer al ejército ucraniano a una batalla atrincherada.