Es difícil encontrar en la historia reciente de los Estados Unidos, un presidente que haya cometido tantos errores de cálculo y a su vez, de tan inmensa gravedad, como Joe Biden. Errores que han llevado al planeta al borde de la tercera gran conflagración mundial, por un lado, y han complicado la vida de los norteamericanos, a la par.

El anciano presidente es fruto de un artificio y de una casualidad, es cierto. Antes del surgimiento de la pandemia mundial de Covid 19, la reelección de Donald Trump era cantada, los altos índices de empleo, la estabilidad interna y externa se reflejaban en las encuestas. 

Tal situación condujo a seguir la tradición de los grandes partidos de los Estados Unidos. Cuando un presidente de uno de los partidos transcurre su primer mandato con cierto éxito y busca reelegir, el otro partido (en este caso los demócratas) no pone en juego a su mejor candidato para exponerlo a una derrota.

Por eso, los postulantes fuertes del Partido Demócrata, se fueron bajando de las primarias a medida que veían la irrevocabilidad de la reelección del excéntrico ricachón. ¿Quienes quedaron en esa primaria? Dos hombres de avanzada edad que enfrentaban su última oportunidad de postularse y que nadie creía que pudiesen ganar: Bernie Sanders y el propio Biden. 

Pero la pandemia cambio todo el escenario, Trump de golpe se desdibujó, los medios y el establishment vieron la ocasión de derrotarlo, Biden la ganó Sunders, como bien pudo ser al revés, pero en definitiva daba lo mismo, y el círculo rojo empujó a lo que había para sacarse a Trump de encima: el buen Joe, hasta llevarlo a la presidencia.

Como es bien sabido, una cosa es llegar al Salón Oval y otra cosa gobernar, especialmente en medio de los complicados equilibrios mundiales que debe manejar un presidente norteamericano.

Y Biden no supo hacerlo. Bien puede considerarse, el peor presidente de la historia reciente de los Estados Unidos y un enorme peligro para la paz mundial. Cuando Jimmy Carter en los años '70, envió dos helicopteros a la Embajada norteamericana en Teherán para rescatar rehenes y las aeronaves chocaron entre sí, aquel buen presidente demócrata enfrentó un papelón que no pudo revertir y perdió su reelección.

¿Cuantas mas vidas norteamericanas costó la ridículamente apresurada salida de Afganistán que ordenó Biden?. Muchas más, cientos más. Pero en definitiva, ese es un problema interno de los propios estadounidenses.

Sin embargo, el manejo del conflicto de Ucrania, fue un papelón de dimensiones catastróficas. Biden pese a preverla, no consiguió impedir la invasión, pero tampoco armó convenientemente a Ucrania para que se defienda. Se dejó avasallar por Vladimir Putin, se vio desbordado, impotente. Las informaciones de inteligencia alertaban que la incursión rusa era más que probable. Biden pudo desalentar el ingreso de Ucrania a la OTAN, pudo también poner paños fríos a fin de evitar la guerra negociando directamente con Putin, al que prefirió llamar asesino; o pudo optar por la estrategia arriesgada y armar convenientemente a Volodymir Zelenski (de hecho después de la invasión comenzó a enviarle armamento), para que los rusos sufriesen un papelón cuando intentasen la invasión. Pero no hizo  nada, ni una cosa, ni la otra.

Por si fuese poco, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, demócrata y muy cercana a Biden, acaba de desatar un conflicto que todo el mundo creía al borde del estallido, visitando Taiwán y procando una reacción militar de China. ¿Para que? ¿Está Estados Unidos en condiciones políticas y militares de enfrentar dos enormes conflictos mundiales de alta intensidad con dos potencias a la par, como China y Rusia?. No claro.

Todos actos innecesarios, caracterizados por una torpeza sin fin en el manejo de las relaciones exteriores. Al margen de los saludos fantasmas, las caídas en las escalerillas de los aviones, los olvidos en los discursos, los derrumbes de la bicicleta y la consecución de papelones públicos de Biden, lo mas grave es que esas falencias se reflejan en la toma de decisiones en cuanto a acciones que definen la paz mundial.

A su vez, todas estas exhibiciones de incapacidad, golpean también dentro del territorio estadounidense. La medida de represalia contra el petróleo ruso, disparó el proceso inflacionario interno que ya era un problema. Y su solución, afectó todo el discurso demócrata respecto de los derechos humanos: salió a intentar conseguir crudo de manos de la Venezuela de Nicolás Maduro y la Arabia Saudita del príncipe Mohamed bin Salmán, reconocido responsable de la operación que terminó en el asesinato de un periodista.

Hay veces que se sacrifican principios para salvar un problema económico o de abastecimiento. Y otras veces, que un presidente se la juega por los principios, pese a los costos. Biden no hizo ninguna de ambas. Sacrificó el discurso de defensa de los derechos humanos y no consiguió nada: no detuvo la inflación, ni obtuvo el abastecimiento suficiente de petróleo.

Así ha transcurrido la presidencia de Biden, que hizo mas estrocipicios en un año y medio que cualquier otro presidente norteamericano en dos períodos. Y ahora enfrenta una elección de medio término, donde la pérdida de poder en el Capitolio puede llevarlo a un mix de errores propios y el hostigamiento republicano durante los dos años venideros. Puede ser una catástrofe.