Los iraníes concurren hoy a las urnas en los primeros comicios nacionales desde que el presidente Mahmud Ahmadinejad fuera reelecto en 2009, en lo que se considera un test para el mandatario que puede llegar a perder su mayoría parlamentaria a manos de los sectores más conservadores.

La televisión iraní IRIB informó que la participación fue alta en las primeras tres horas de votación, pero testigos en la capital, Teherán, aseguraron que la gente está más ocupada con los preparativos del nuevo año persa que se celebra el 21 de marzo.
 
La falta de participación es el principal temor de los políticos tradicionales. Por tal razón y tras depositar su voto, el ayatollah Ali Jamenei, principal líder religioso, llamó los electores acudir a las urnas.

"La participación será una clara respuesta a las amenazas del mundo imperialista contra Irán bajo el pretexto de sanciones y derechos humanos", dijo en referencia a las sanciones impuestas por las potencias mundiales para obligar al país a ceder en su programa nuclear. "La mejor respuesta es la puesta en práctica y las elecciones suponen una buena ocasión para mostrar que las amenazas son futiles", añadió.

Por su parte, Ahmanidejad acudió a votar en una mezquita de Mazhari, ubicada en la zona sur de Teherán, acompañado de su número dos, Mohammad Reza Rahimi. Al contrario que en otras ocasiones, Ahmadinejad sólo mantuvo una charla con sus seguidores reunidos en el lugar y evitó hacer cualquier tipo de declaraciones.

Quien sí habló fue uno de sus críticos, Ali Lariyani, líder de la facción conservadora, que aseguró que no guarda enemistad con sus rivales políticos. "Las elecciones son una competición y no una enemistad y sea quien sea el ganador debería intentar ayudar al desarrollo del país", dijo tras votar.

Sus declaraciones fueron vistas como un esfuerzo del presidente del Parlamento por restar importancia a sus diferencias con Ahmadinejad sobre temas políticos y económicos. "Quienes ganen deben servir al pueblo y los que pierdan aceptar su derrota".

Los partidos mejor posicionados para lograr la mayoría parlamentaria son los llamados principialistas, la facción conservadora leal al establishment islámico, y el ala cercana al presidente Ahmadinejad. Las elecciones se consideran un test para el presidente tras su reelección en unos comicios ensombrecidos por la sospechas de fraude que provocaron masivas protestas callejeras que culminaron con una violenta represión.