Un equipo de más de 20 investigadores ha logrado un avance significativo en la lucha contra las bacterias superresistentes al desarrollar un nuevo antibiótico llamado Zosurabalpina. Este hallazgo, publicado en la revista Nature, representa un hito en la medicina y es crucial en la batalla contra las infecciones resistentes, en particular para contrarrestar la Acinetobacter baumannii, que puede desarrollar resistencia a los antibióticos de amplio espectro.

Las superbacterias, producto de la adaptación de patógenos a los tratamientos actuales, representan una amenaza global para la salud. Estudios recientes indican que estas bacterias causan aproximadamente un millón de muertes al año en todo el mundo.

Las bacterias gramnegativas son especialmente difíciles de erradicar, ya que su membrana citoplasmática está rodeada por una barrera que bloquea la entrada de muchos antibióticos. La Acinetobacter baumannii es una de estas bacterias y representa una gran amenaza hospitalaria, especialmente durante la epidemia de la COVID-19.

El nuevo antibiótico desarrollado por el laboratorio Roche logra superar las defensas de las bacterias gramnegativas al bloquear el transporte del lipopolisacárido, una parte clave de su membrana externa. Según los investigadores, desde hace 50 años no se había desarrollado una nueva clase de antibióticos con actividad contra A. baumannii, lo cual es crucial ya que las opciones de tratamiento para esta bacteria son limitadas.

Además de inhibir el proceso de formación de la membrana que bloquea otros antibióticos, este nuevo antibiótico también hace que la bacteria sea más vulnerable y susceptible a otros tratamientos. Hasta el momento, se ha probado en ratones con neumonía y se encuentra en una fase de ensayo en humanos.

La Organización Mundial de la Salud ha catalogado a las bacterias superresistentes como una amenaza para la salud mundial, por lo que el desarrollo de nuevos antibióticos es considerado urgente ante el riesgo latente. El tratamiento efectivo de estas bacterias es fundamental para la atención sanitaria y permite llevar a cabo tratamientos médicos como trasplantes, quimioterapia contra el cáncer y cirugías.

Según investigaciones del Banco Mundial, la resistencia a los antimicrobianos tendría un impacto significativo en los países más desfavorecidos, pudiendo causar daños económicos comparables a los de la crisis del 2008, lo que podría llevar a 28 millones de personas a la pobreza para el año 2050.