La ceremonia, celebrada en Santiago, da inicio a una campaña de dos meses para convencer a los votantes de que aprueben o rechacen el texto propuesto durante un plebiscito obligatorio el 4 de septiembre.

"Hoy comenzamos una nueva etapa", dijo el presidente de Chile Gabriel Boric luego de recibir un folleto morado con una bandera chilena y 388 artículos que podrían sentar una nueva base para el principal productor de cobre del mundo. “Se trata ahora de leer y debatir la propuesta constitucional que se le ha entregado al país”.

El texto propuesto se aleja de la actual constitución de libre mercado para centrarse en los derechos sociales, la igualdad de género, la autonomía indígena y el medio ambiente.

"Serán nuevamente las personas las que tengan la última palabra sobre su destino", dijo Boric.

Casi el 80% de los chilenos votaron a favor de redactar una nueva constitución en 2020 después de que las violentas protestas contra la desigualdad sacudieran al país andino el año anterior, pero desde entonces el apoyo ha disminuido considerablemente.

Una nueva encuesta publicada por Cadem el domingo por la noche mostró que el 51% de los encuestados planea rechazar la nueva constitución, la más alta desde que la encuestadora comenzó a rastrear.

La asamblea constitucional de 155 miembros, compuesta en su mayoría por miembros independientes y de tendencia izquierdista, enfrentó varias controversias políticas que llevaron a la disminución del apoyo.

“Soy una persona imperfecta y real”, dijo Gaspar Domínguez, vicepresidente de la asamblea durante la ceremonia. “Y el proceso fue así: imperfecto y real”.

Boric, quien ha estado muy vinculado al proceso, enfrenta sus peores índices de aprobación.

La votación de septiembre, dijo Boric, no debe ser una evaluación del gobierno sino un debate "sobre el futuro y el destino de Chile para las próximas cuatro o cinco décadas".