“Entre Hombres” es un verdadero hallazgo. Cuando uno descubre la serie en la parrilla de HBO sabe que la vara está alta pero, incluso sabiendo eso, no deja de sorprender esta pintura impiadosa y bizarra del conurbano bonaerense que nos lleva a los años 90. 

Violenta, misógina con la voracidad propia de una época en la que muchos nos reconocemos en un espejo, como mínimo incómodo.

La historia comienza con una orgía de la que participan un senador con aspiraciones presidenciales (Luis Machín) y otros personajes del poder junto con dos mujeres transgénero y una prostituta menor de edad que muere luego de una sobredosis.  El encuentro fue filmado en secreto y la desaparición de ese video con fines extorsivos dispara una serie de situaciones que llevan a los personajes en un camino que nunca puede terminar bien.

Por un lado la policía corrupta y violenta que intenta recuperar el video para evitar la extorsión, una dupla imperdible que componen el Puma Goity y Diego Velázquez.  

Por el otro los delincuentes que buscan quedarse con el video y el poder que les daría sobre una personalidad política, Nicolás Furtado (una caracterización magistral), Diego Cremonesi y Claudio Rissi.

Finalmente un grupo de amigos (Alan Daicz, Braian Ross y Lautaro Bettoni) que, como si fuera un capítulo de Fargo, quedan inmersos en una trama en la que la casualidad y sus decisiones terminan siendo cruciales para la historia y el desenlace sin que ellos lleguen a tener conciencia de lo que tienen entre manos.

La dinámica de estos tres grupos es la que impulsa la trama de “Entre Hombres” hacia un final impactante.

Como advertencia es una serie que borda lo bizarro y a veces “duele” para ojos sensibles. Pero, y que quede bien claro, es una pintura exacerbada y dura en la que la trama policial y el humor negro se entrelazan para que después de ver los cuatro capítulos, y luego de digerir lo que acabamos de ver, tengamos conciencia de que hemos visto una producción argentina de primer nivel, en todo sentido.