No por ser altamente posible deja de conmocionar al mundo de la F1: Sebastian Vettel anunció su retiro de la máxima desde 2023.

El tetracampeón alemán venía negociando su renovación con Aston Martin, claramente enfocada en favorecer a su mediocre compañero de equipo (hijo del dueño del equipo) y, como se reflexionaba en Continetnal Web el año pasado, con un techo muy bajo en la nueva F1 llena de grandes de la automoción. En ese contexto, había advertido: “No estoy en F1 para pelear por el décimo puesto, la performance del equipo será determinante en mi decisión de seguir o no”. Y bueno, ahora se confirma que no seguirá.

El afable y simpático aunque distante piloto alemán se abrió una cuenta de Instagram hace horas sólo para hacer un anuncio directo. Una postal de época: en el siglo XX, siglo de sociedades de masas, hubiera sido entre un mar de micrófonos y cámaras, en una conferencia de prensa convocada especialmente.

"Por la presente anuncio mi retirada de la Fórmula 1 al final de la temporada 2022. Probablemente debería empezar con una larga lista de personas a las que dar las gracias, pero creo que es más importante explicar las razones que me han llevado a tomar esta decisión”, señaló Seb en un video.

"Amo este deporte. Ha sido el centro de mi vida desde que tengo recuerdos, pero igual que hay vida dentro de la vista, está mi vida fuera de la pista. Ser piloto nunca ha sido mi única identidad. Creo que la identidad es quién somos y cómo tratamos a los demás en lugar de lo que hacemos. ¿Quién soy yo? Soy Sebastian, padre de tres niños y marido de una mujer maravillosa. Soy curioso y me dejo fascinar con facilidad por gente apasionada y con habilidades. Estoy obsesionado con la perfección”, acotó.
"Soy tolerante y siento que todos tenemos los mismos derechos de vivir, no importa nuestro aspecto, de dónde venimos o a quién queremos. Me encanta estar fuera y amo la naturaleza y sus maravillas. Soy terco e impaciente. Puedo ser realmente molesto. Me gusta hacer a la gente reír. Me encanta el chocolate y cómo huele el pan recién hecho. Mi color favorito es el azul. Creo en el cambio y en el progreso y que los pequeños detalles marcan la diferencia. Soy optimista y creo en la bondad de la gente. En paralelo a las carreras he creado una familia y me encanta estar con ellos. También tengo otros intereses fuera de la Fórmula 1. Mi pasión por las carreras y por la F1 implica mucho tiempo alejado de ellos y mucha energía. Comprometerme con mi pasión como lo hice y de la forma que pensaba que era la correcta ya no es compatible con mi deseo de ser un buen padre y marido”, alegó Vettel.

"La energía que supone ser uno con el coche y con el equipo, de perseguir la perfección requiere concentración y compromiso. Mis objetivos han cambiado de ganar carreras y luchar por campeonatos a ver a mis hijos crecer y transmitir valores, ayudarlos cuando se caen, escucharlos cuando lo necesiten, no tener que decirles adiós y lo más importante, aprender de ellos y dejar que me inspiren. Los niños son nuestro futuro. Más allá creo que hay demasiado para explorar y aprender sobre la vida y sobre mí mismo. Hablando del futuro, creo que vivimos tiempos muy decisivos y pienso que cómo todos vayamos a actuar estos años decidirá nuestras vidas", alertó Vettel.

Desde ahora, Vettel entra en la leyenda. Como algún otro multicampeón (Nelson Piquet, por ejemplo), queda la sensación de que ganó más campeonatos que los que merecía. Pero la suerte, en la F1, en la física y en la vida, siempre incide, y ser un tocado por la varita mágica implica, también, la dosis de fortuna que también tuvieron genios de este deporte, como Fangio, Schumacher o Hamilton.

Toda su trayectoria fue marcada por Red Bull. Llegó al equipo cuando todavía era el hazmerreír de la parrilla, el enésimo capricho de un ricachón en la F1. Ya tenían a Adrian Newey, que alrededor del Seb armó un equipo y una serie de autos formidables, cuya estela llega hasta hoy.

Luego, la época de Ferrari fue el karma de tanta gloria cosechada en 2010-2013. Como le está pasando a Leclerc cuando por primera vez tiene la chance real de ser campeón del mundo, a Seb la presión de Ferrari le jugó malas pasadas, y la adrenalina lo llevó a cometer errores graves en los momentos más propicios para él (Hockenheim) y a salirse de eje (el autazo a Hamilton en Bakú, cuando Lewis iba muy lento para juntar la parrilla).

Como todos los grandes campeones, generó amores y odios furibundos, desde aquellos que resaltaban sus cuatro títulos mundiales hasta los que lo consideraban una creación más de los coches de Adrian Newey y hasta aquellos a los que les molesta su prédica por la diversidad y la biodiversidad. Querible como pocos en este mundo de gente hosca, arrogante o huraña que suele ser la F1, cosechará hasta fin de año el cariño de los fans en cada circuito que visite: se lo ganó con creces.