Los criterios arbitrales de algunos jueces en el fútbol argentino parecen difíciles de entender. La diferencia en el juicio de jugadas similares con diversa resolución alimenta el mito de que se dirige según la camiseta o el peso dirigencial del club.

Fernando Rapallini, quien fue el árbitro del reciente partido entre Boca y Racing decidió cobrar penal en una acción en la que Agustín Sández se tiró al piso, la pelota le dio en el cuerpo tras un remate de Jonathan Gómez, pegó en el atacante y luego otra vez en una mano del defensor.

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Curiosamente, el mismo árbitro tomó una decisión totalmente diferente con una jugada bastante más debatible en un duelo entre los mismos equipos el 14 de agosto del año pasado. Las circunstancias eran similares, dado que Boca y Racing también empataban y se jugaba el tiempo adicionado.

Sebastián Villa y Jonathan Gómez se tiraron al piso a pelear por la pelota y el volante de la Academia parece acomodarla con el brazo. Rapallini fue llamado por el VAR, la revisó y juzgó que no había penal.

Claro que puede, sin duda, interpretarse que el Gómez no tiene control de su cuerpo al tirarse al piso, que no sabe donde está la pelota y que la toca sin querer. Mismos argumentos que valdrían para la acción de Sández. Sin embargo, se juzgó de diferentes maneras.