Cuando un error se repite en reiteradas oportunidades, es difícil creer que se trata siempre de la misma equivocación y no de un plan intencional. Esto es lo que le ha sucedido a Independiente a partir de la conducción de Hugo Moyano durante los últimos cuatro años: acumula una deuda, agota los plazos legales, pierde en ese terreno, concreta un arreglo para pagar, que no es más que una cortina para ganar tiempo, y la incumple.

Esta forma de actuar que llevaría a cualquier institución a la destrucción sumó un nuevo capítulo. Gastón Silva, defensor uruguayo que dejó el club de Avellaneda a mediados del 2020 en condición de libre por falta de pago denunció ante la FIFA el incumplimiento de una de las cuotas del plan de pagos acordado y la entidad madre del fútbol mundial inhibió al Rojo. 

Silva llegó al Rey de Copas en 2018 y se anunciaba como la llegada de un jugador libre. Finalmente, el club tuvo que pagarle al Torino, que era dueño de su pase, y a Pumas de México una compensación, porque el futbolista había arreglado todo para jugar allá y a último momento desembarcó en Argentina. 

La deuda original con el charrúa en materia salarial es de 2,3 millones de dólares. De acuerdo al mencionado plan de pagos, Independiente iba a abonar casi un millón menos en tres cuotas. Lógicamente, ante el incumplimiento, se espera que el jugador reclame el monto total.

Mientras no pague y no levante las inhibiciones, Independiente no podrá incorporar futbolistas. Esta es la primera de las sanciones de este tipo que se espera que lleguen al club a la brevedad y por montos mucho mayores. Todo ha sido premeditado por la actual conducción de Moyano y Héctor Maldonado, en una búsqueda desesperada por poner los problemas abajo de la alfombra todo el tiempo posible para tratar de volver a competir en las elecciones.

Hoy, si bien no sólo un triunfo, sino hasta un segundo puesto, parece ser una misión imposible para el oficialismo por todo el daño hecho al club, Maldonado continúa en la búsqueda de un candidato a presidente, que reemplace a Moyano que se bajó, que no tenga una imagen tan asociada a su desastrosa gestión y que sea lo suficientemente dócil como para que una vez más él detente el poder verdadero.