Estados Unidos es un país extraño para el Mundo FIA. Hasta que la serie de Netflix ‘Drive to Survive’ convirtió a la F1 en pasión de multitudes (adolescentes), la máxima se cansó durante décadas de fracasar perpetrando proyectos traídos de los pelos, como el GP de Las Vegas, armado por Bernie Ecclestone en el estacionamiento del Caesar Palace o el escándalo de las gomas Michelin en Indianapolis ya en nuestro siglo. 

La gaffe en Indy provocó un desprestigio irrevocable de la F1 durante varios años, que no fue revocado por la creación del Circuito de las Américas, en Austin, Texas, el primero específicamente creado para la máxima, en plena tiranía de Mercedes. 

El solapamiento de la fecha estadounidense con el infinito calendario de NASCAR y una histórica rivalidad entre el Mundo Indy y el Mundo FIA hicieron que a los gestores del autódromo de Austin les fuera muy difícil conseguir financiamiento para siquiera mantener una estructura pensada a todo lujo.

La consecuencia fue que el mantenimiento de las instalaciones sufrió mucho desde su inauguración de 2012, y en los últimos años los pilotos han sufrido en sus cuerpos un asfalto pavorosamente roto que ya se tornaba peligroso para coches que andan a más de 300 km/h.
Ahora, por fin, el Circuito de las Américas está reasfaltando todas sus curvas menos la 1 y la 11. También se construyeron sendas almohadillas en las curvas 2 y 10 para reforzar la seguridad. 

Se utilizó un radar de penetración en el suelo, equipos de mapeo láser y software para mapear la pista e identificar las diferentes reparaciones necesarias, comunicó la administración del autódromo.