Dulce victoria para Checo Pérez en el GP de Mónaco. Luego del trago amargo de España (donde el equipo lo obligó a ceder la posición con su compañero de equipo), el mexicano tuvo un fin de semana casi perfecto (la única mácula, el choque en el final de la Q3) y aprovechó una siesta de Ferrari para ganar de manera angustiosa, tras superar de manera incuestionable a su compañero de equipo durante todo el fin de semana, como nunca le ha pasado a Verstappen desde que está en F1. La última frase bastaría para ilustrar la magnitud de la actuación del mexicano, el clímax por el momento de un año muy bueno del piloto 11.