1-2 importantísimo de Red Bull en el GP de España de F1,  cuando todo estaba de cara para Ferrari. La Scuderia buscó las mejoras y las encontró, pero también halló problemas de fiabilidad: tras un fin de semana de dominio olímpico de Leclerc, el motor (estrenado en Miami) le dijo 'basta' en la Vuelta 27. Hasta allí, los Red Bull estaban enredados en una lucha con el Mercedes de George Russell, que aguantaba con su velocidad punta a un Verstappen con DRS caprichoso (durante media carrera no se abría casi nunca). 

Este año la fiabilidad va a ser un parámetro clave para definir el campeonato, incluso a la altura de la performance. Red Bull empezó el campeonato con un autazo que metía miedo pero estaba demasiado crudo; hasta que comprendieron y solucionaron sus problemas de fiabilidad, la mejor performance no garantizaba victorias.

Ferrari, que arrancó 2022 con el proyecto más maduro de la parrilla, se quedó piola en las primeras carreras afirmado en una tenue pero impactante superioridad; Red Bull primero solucionó sus problemas de fiabilidad y luego apuró sus mejoras, dejando a la Scuderia nítidamente atrás en algunos aspectos claves de la definición de una carrera; ahora, Ferrari presentó sus mejoras para recuperar terreno, y halló el rendimiento, pero también sufrió en fiabilidad: se le escapó una victoria que podría haber sido un 1-2 si Sainz Jr no era traicionado por una ventolina en una zona lenta del circuito (la misma que le complicó más el fin de semana a Verstappen pocas vueltas después). 

La distancia que le sacó Verstappen a Pérez tiene que ver con los bandazos estratégicos que fue pegando Red Bull para solucionar los sucesivos avatares que le iba presentando la carrera, como siempre volcados sobre Checo. El mexicano fue más picante en un momento de la carrera en el que se intentaba hacer dudar a Russell (Pérez con DRS se lo morfó en un solo intento, Verstappen penó un cuarto de carrera contra el deslumbrante británico), pero Verstappen se reconstruyó a puro manejo, se sobrepuso a todo y ganó justamente. 

Todos presentaron mejoras. Las de Ferrari funcionaron con Leclerc, pero quizá les lleve varias carreras entender qué está mal a nivel fiabilidad, y eso les puede costar un campeonato... como le pasaba a Red Bull al principio del campeonato. Mercedes parece haber empezado a resolver sus problemas (primer fin de semana sin porpoising) y recortó la mitad del camino que le queda hasta el ritmo de la punta del Mundial; pero la segunda mitad va a ser más difícil de obliterar.

Para otros, catástrofe o resultado neutro (que a esta altura les resulta casi lo mismo): Aston Martin y Alpha Tauri no encuentran el camino y Alpine sigue en esa circunstancia neblinosa entre el cuarto y el séptimo puesto de parrilla (según el momento). 

Hay pilotos que se hunden. A Sainz Jr le siguen pasando cosas en el año clave de su estadía en Ferrari. Al final, los Mercedes lo superaron parando una vez más, y quedó último en el grupo de los de arriba. 

El otro español, Alonso, no sólo atraviesa una 'increíble racha de mala suerte', como afirma la prensa alonsista, sino que es regularmente batido por su compañero de equipo, un recaudador que ya quisiera la AFIP. ¿Es el nuevo Räikkönen?

En contraste, hay figuras que surgen: Russell otra vez fue deslumbrante en la largada, contra un Hamilton al que todo le cuesta más. El comentario es generacional: a los 37 es más difícil remontar en el máximo nivel mundial contra un rival en su mejor momento; le pasó a Schumacher en su vuelta con el mejor Rosberg, que era menos que este increíble racer inglés. 

Bottas, con todas sus boutades, sigue siendo el mejor del resto. Ocon y Norris les sacan aceite a las piedras que deben manejar. Y Tsunoda completó un décimo puesto muy meritorio para un Alpha Tauri que, ya sin James Key (ahora apagando incendios en el diseño ajeno de McLaren 2022), no parece encontrar el rumbo.

El campeonato vuelve a estar abierto a la incertidumbre. Otra vez el que estaba para ganar tiene problemas de fiabilidad. Y al que le pasó de todo igual ganó. Y Mercedes no tiene para seguirles el paso a los de adelante, pero sí para complicarles la vida en algunos circuitos (en Silverstone por ejemplo habría que ver si no dan una sorpresa). Y con coches que permiten pasar en las rectas, incluso en un circuito antisorpassos como este del paisaje de Montmeló. La perspectiva, así, es muy superior a un GP de España un poco procesional, aunque plagado de vicisitudes como pocos.