Llega el momento de depurar el plantel. El súper equipo mundial, el Paris Saint-Germain, tiene una inmensa cantidad de futbolistas de nivel, incluso más de los que puede utilizar. La superpoblación en algunos puestos de la cancha incomoda a un entrenador que trata de darle minutos a todos y sabe que no puede. Además, tras el último mercado de pases donde incorporó mucho, es momento de equilibrar la cuestión, y uno de los que tendría los días contados en el club es el goleador argentino Mauro Icardi.

Tanto tiene el PSG que incluso varios futbolistas que serían titulares en otros equipos importantes del mundo ni siquiera pudieron ser incluidos en la limitada lista que se entrega a la UEFA para competir en la Champions League. Requiere un reacomodamiento financiero y también generar un grupo más corto y por ende más sencillo de manejar en el vestuario.

Varios son los nombres a los que se les buscará una salida. Rafinha, el ex Barcelona, sufre la competencia con Marco Verratti, Leandro Paredes, Georginio Wijnaldum y Ander Herrera, entre otros. El arquero español Sergio Rico sabe que no tiene espacio en la feroz competencia entre Keylor Navas y Gianluigi Donnarumma y Layvin Kurzawa perdió terreno con el retorno de Juan Bernat y la llegada de Nuno Mendes.

Todos ellos, nombres pesados, tienen por encima jugadores de igual o mayor jerarquía en el presente, por eso su situación no llama tanto la atención. Pero lo de Icardi es diferente. Si bien en ataque el conjunto parisino tiene jugadores que son la envidia del mundo, no tiene otro con las características del ex Inter. 

No hay en el plantel un segundo futbolista de peso en el área, que se mueva solamente en la zona central del ataque, a diferencia de Lionel Messi, Kylian Mbappé, Neymar o Ángel Di María, que prefieren jugar por los costados o unos metros más atrás. Más aún, la jerarquía Icardi es ideal: la adecuada como para jugar en un club como el PSG pero al mismo tiempo la suficiente como para no pretender titularidad con los inmensos talentos que lo rodean.

Sin embargo, según cuentan algunos medios franceses, hay cuestiones que no convencen del ex jugador de la Sampdoria. El hecho de que su vida personal sea tan pública nunca agradó demasiado, pero tampoco incomodó al punto de afectar la consideración que de él se tenía como futbolista.

Pero, en el último tiempo, eso incidió directamente en su carrera: tras el escándalo con su pareja, Wanda Nara, Icardi se ausentó a varios entrenamientos y no pudo ser utilizado en algunos partidos. Increíblemente, el delantero dejó pasar una chance única, porque cuando las cuestiones de su vida privada se hicieron públicas y él decidió no entrenar y hasta amenazar con retirarse, su presencia era muy requerida en el equipo francés.

Neymar estaba lesionado, Messi arrastraba una molestia en su rodilla y las diversas convocatorias de sus compañeros a sus seleccionados le abrían puertas. En un equipo como el que dirige Mauricio Pochettino, que a pesar de ganar es tan cuestionado, si Icardi hubiese jugado y hubiese convertido goles, habría sido muy difícil sacarlo del equipo.

El hecho de tener a un jugador en espera para rendir en un momento clave y que decida no estar en ese momento fue determinante para comprarle un boleto de salida. Además, es uno de los futbolistas con los que el PSG puede recuperar dinero y por una oferta que ronde los 50 millones de euros, están decididos a dejarlo ir.