En Argentina, hay una sola persona que tiene prohibido por ley ser elegida presidenta de la Nación en el año 2015. Se llama Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y no es un capricho de nadie.

Es la Constitución Nacional, nada menos, la que no le permite presentarse nuevamente a elecciones. Es que la soberanía popular ya la distinguió en dos ocasiones con semejante honor. Es mas, es la única mujer de América Latina que fue reelecta.

Logró un record histórico de 12 millones de votos. Eso no se lo quitará nadie. Pero deberá elegir un delfín, un heredero político si pretende que el cristinismo siga en el poder. O reformar la carta magna, algo que sería muy difícil de lograr y además un verdadero atropello institucional.


Primero porque hace apenas 18 años que se reformó la Constitución y ni siquiera se aplican la totalidad de sus cláusulas. Y segundo porque en una República donde no se le hacen trampas a las leyes, la nueva legislación siempre es para adelante, nunca para que el que esta en el gobierno. No es ético hacerse un traje a medida institucional mientras se está ejerciendo el poder. Es un abuso más que un uso del cargo.

En estos días fueron muchos los intendentes y los gobernadores que salieron a fogonear la posibilidad de la reforma. Utilizaron el mismo argumento que Carlos Menem cuando buscaba, el también la re re, es decir ser presidente por tercera vez consecutiva. Menem se colocaba en el lugar de la víctima, del perseguido.

Estoy proscripto, decía. El que tiene que elegir presidente es el voto popular y no la Constitución. Algo muy parecido dijeron en estos días tanto José Luis Gioja, el gobernador de San Juan que fue siempre coherentemente verticalista con Menem, Duhalde o los Kirchner, como Julio Pereyra, el intendente de Florencio Varela que fue mas feroz: “Cristina dejará de ser nuestro líder cuando el pueblo lo decida y no cuando la Constitución lo determine”. Guillermo Moreno también endiosó a la presidenta: “De la decisión que tome depende el destino de la patria”. Amado Boudou no anduvo con vueltas: “La gente se muere de ganas de que siga Cristina”.

La postura del matrimonio Kirchner en este tema fue y vino según el interés personal y no el de la patria, ni del movimiento. No respetaron los códigos republicanos y fueron muy poco prolijos a la hora de cambiar la constitución de Santa Cruz y permitir, la instalación de la cultura feudal, con la posibilidad de ser reelecto por los siglos de los siglos. Néstor lo hizo.

En el ámbito nacional, sin embargo, los Kirchner combatieron el intento menemista. Se aliaron con el matrimonio Duhalde y lograron derrotar esa posibilidad. Reuniones de Duhalde en el departamento de Barrio Norte con Néstor y sociedades de discurso de Chiche y Cristina que hoy parecen insólitas.

¿Desde que lugar, entonces, el gobierno puede justificar el intento de habilitar a Cristina para un nuevo período? El oficialismo se ve a si mismo como la encarnación de la patria. Por eso embiste contra los adversarios y los ubica en el lugar del enemigo, de la antipatria destituyente. Con semejante definición no les cuesta nada autoconvencerse de que está bien empujar la reelección de Cristina y que estaba mal hacer lo mismo con Carlos Menem.

Aníbal Fernández salió a desmentir los embates reeleccionistas de Cristina. Muy liviano, dijo que es algo que no está en la agenda. Algo que hoy no está, mañana puede estar. Además, el senador hoy no aparece como el comunicador más confiable del gobierno. Hace poco, la presidenta lo retó en público y lo mandó a colocarse en primera fila y con bonete.

Incluso todavía no desmintió ni pidió disculpas por aquel blooper que cometió cuando acusó al pacífico Pino Solanas de haber sido responsables del incendio de vagones de trenes. Para que sea creíble, debería salir la propia presidenta y negar que vaya a intentar forzar la Constitución. Lo ideal sería que ella misma proclamara que será otro el candidato de su proyecto que ya lleva una década en el poder.

Por ahora la oposición y la ciudadanía deberán seguir en alerta. Siempre me gusta citar la frase de Fernando Henrique Cardoso que Lula hizo propia: “Mas de dos períodos es monarquía”. Es una verdad más grande que la Casa Rosada. Así que nadie se haga los rulos. Por ahora.