RUSTENBURG, Sudáfrica.- Empezaron los juegos de octavos de final y hoy viajamos hasta Rustenburg para ver el partido entre Estados Unidos y Ghana. Una llave poco llamativa para algunos, pero para nosotros es lo que menos importa.

Como siempre, escribo algo de color sobre las afueras y las tribunas del estadio de donde nos encontremos, pero esta vez será un poco diferente.

Hoy es una queja hacia la FIFA y los encargados de darle a Rustenburg partidos de segunda ronda del Mundial. Es increíble que para llegar a esta ciudad haya que manejar por carreteras de un solo carril, en las cuales por momentos no están ni bien pavimentadas y mucho menos señalizadas. Además, te cobran peaje por el uso de ellas, una vergüenza.

Pero esto va más allá. Es incomprensible que el máximo ente del fútbol mundial acepte un estadio como sede de partidos donde para llegar al mismo hay que dejar el auto, en un terreno baldío, a más o menos tres kilómetros de distancia y esperar a que un bus te acerque a la cancha. Estacionamiento desde el cual hay que igualmente caminar un tramo bastante largo para por lo menos llegar a una puerta de ingreso. El tema es que me refiero a la entrada de hinchas, porque para que la prensa ingrese debe dar una larga vuelta a casi todo el estadio para estar en el centro de prensa. Otra metida de pata de la FIFA.

Y esto sigue, los organizadores están empecinados en negar los permisos de acceso a los autos de prensa a los estacionamientos que sí quedan cerca de los estadios, esto no pasa sólo en Rustenburg, pasa a diario en cada sede. Se podría pensar que hay cupos muy limitados, eso es totalmente falso. En todos los estadios que hemos estado siempre se ven lugares libres de sobra, entonces no se puede entender porque tanto problema para dar un permiso extra.

Seguramente lo que pasa es que la FIFA quiere ganar dinero por todos lados a costa de los medios de comunicación (y eso que no me voy a referir a los exorbitantes precios de las comidas en los centros de prensa o el IBC, eso es otro tema…) y lo que quieren es vender TODOS sus servicios para lucrarse más y más.

Para cambiar de tema y hablar sobre lo que verdaderamente importa, no puedo dejar de mencionar lo extraño pero divertido que fue el trayecto entre el terreno baldío y el estadio. Subimos junto con mi colega como cualquier hincha más entre simpatizantes norteamericanos y ghaneses, unos soplaban las famosas vuvuzelas y otros simplemente tomaban fotos y hablan sobre el partido. Fue algo interesante poder ver fanáticos de ambos equipos compartiendo la misma fila de asientos.

Ya en los alrededores del estadio mucha gente no se veía, no porque no la hubiera, sino por el tema de que nosotros entrabamos por un lugar muy diferente. Igual uno que otro grupo de hinchas estadounidenses se escuchaban cantando y se veían tomando cerveza cerca de unas pequeñas fogatas que habían para combatir el frío de la tarde noche en Rustenburg.

El estadio aunque está en la mitad de la nada hay que decir que es imponente por la infraestructura que tiene y sus instalaciones tanto en el centro de prensa como en la tribuna son muy cómodas. Su único punto negativo es el lugar dónde lo construyeron.

Cuando entramos al Royal Bafokeng Stadium, las tribunas se veían colmadas de público, el estadio no se llenó como ha sido la constante durante este Mundial, pero de igual manera el ruido de las vuvuzelas y los cantos de U.S.A, U.S.A!!! Se escuchaban en todos lados. Los seguidores ghaneses no se quedaban atrás y ayudados de las vuvuzelas y de las cientos de banderas, dieron a la noche un clima espectacular al antes, durante y después del partido.

Por Daniel Dionisi