En una actitud claramente destituyente, la presidenta de la Nación derrocó a Cristóbal Colón. Le serruchó el piso, literalmente, lo volteó. Cristina actuó de facto, de hecho y transformó su capricho de estado en una realidad. Pisoteó todas las reglas de respeto institucional. Y eso que solamente dio el primer paso. Sacó la estatua de Colón de su vista porque le molestaba. Le falta concretar la segunda parte y trasladarlo a la ciudad de Mar del Plata. Y colocar en su lugar a Juana Azurduy, el regalo de Evo Morales. Gran parte de la colectividad italiana vuela de bronca. Una de sus instituciones representativas le pidió a la justicia que se amplíe la protección del monumento donado por sus antepasados en 1907.

Es una curiosidad para los turistas que se sacan fotos. Ahí está el pobre de Colón tirado en el suelo de la plaza que lleva su nombre, detrás de la casa rosada, pero colorado de vergüenza. Cintas amarillas le cruzan la cara como si tuviera paperas. Está atado de pies y manos. Hay movimientos de obreros y camiones y los queridos tanos sospechan que el gobierno podría otra vez hacer justicia por mano propia el 12 de octubre pese a que hay una medida cautelar que rige hasta diciembre. Esa escultura fue declarada patrimonio cultural de la ciudad

La situación da vergüenza ajena. Parece un sainete triste y bizarro. La imagen es la de la presidenta Cristina Fernández y el jefe de gobierno Mauricio Macri tironeando del monumento a Cristóbal Colon, como si fuera un juguete que se disputan dos chicos. Lo van a tupacamarizar, lo van a romper en mil pedazos.

Pregunta elemental: ¿Porque tiene que ser Colón o Juan Azurduy y no puede ser Colon y Juan Azurduy?¿ Porque esa obsesión por desintegrar y excluir lo que la democracia debe integrar e incluir? Todas las voces todas. ¿Se entiende? No quiero hacer un campeonato para ver quien es mas digno de tener su monumento. Colon ya lo tiene y es bueno que Azurduy lo tenga. No hay porque sacar a nadie. Hay lugar parta todos y para todas. Es una locura trasladar el monumento que pesa 60 toneladas y mide 6 metros de alto. Una verdadera mole que se puede destruir en el zamarreo y que generará gastos inmensos e innecesarios que vamos a pagar todos los argentinos.

Las protestas parecían imágenes del realismo mágico. Tanos queridos y pasionales entonando canzonettas emocionantes con sus banderas y panderetas. Un cartel que decía: “Colón se queda, Colón no se va”. ¿Se da cuenta? Cualquiera podría pensar que es el equipo del fútbol santafesino que se está por ir a la “B”. “Colon no se mueve”, exigía otro cartel. Tragicómico. Colon no se mueve porque es de piedra. Porque está tallado en mármol de carrara. No se mueve pero ya lo movieron. Esto desató una guerra épica como hace el cristinismo con todos los temas. Transforma una simple discusión de consorcio en una lucha por la liberación y la revolución social. Son patéticos.

Las chicanas fueron y vinieron. Parrilli dijo que Macri no cuida los monumentos, que se les caen a pedazos. Funcionarios macristas devolvieron gentilezas: pronto se van a afanar hasta el Obelisco y lo van a trasladar cerca de a las bóvedas de Lázaro en Santa Cruz. Lázaro no la descubrió pero se hizo la América. Patricia Bullrich bromeó por twitter que en cualquier momento trasladan el teatro Colón. ¿O están pensando rebautizar ese teatro y llamarlo Hugo Chavez? Si una calle lleva el nombre de Julio de Vido y casi todo fue nombrado Néstor Kirchner, todo puede ser. ¿No le parece? Esta bien que lo tomemos un poco a la chacota. Porque si no, dan ganas de llorar por tanto infantilismo y desmesura. ¿Es tan difícil entender que Colon y Azurduy pueden convivir? Que ambos son parte de nuestra historia. Que no se puede borrar todo de un plumazo. Pobre navegante genovés que descubrió América. Pobre guerrera corajuda de nuestra independencia. Parece una telenovela de la tarde de un amor y un divorcio entre Cristóbal y Juana. Parece un chiste pero es demasiado en serio. Sería una afrenta a la historia de los inmigrantes que esa joya se rompiera en mil pedazos de cemento. Pasen y vean, señoras y señores. Cristina derrocó a Colón. El cuerpo del delito yace como prueba del crimen de lesa insensatez.