Amado Boudou alardea de lo que carece. Sobreactúa de revolucionario nacional y popular cuando no tiene la matriz, la trayectoria ni las convicciones en esa vereda ideológica. Es el gran simulador. Y ojo que no estoy hablando de su paso por las aulas de la ortodoxia neoliberal del CEMA, la catedral de los Chicago Boys, ni de su militancia con los Alsogaray. Hablo de cuestiones mucho mas recientes en el tiempo.

De noviembre del 2009. Hace menos de cuatro años, cuando ya se había disfrazado de progre con la camiseta K. ¿Se acuerda de lo que dijo en la embajada de los Estados Unidos? ¿O ya se olvidaron de los famosos cables secretos que reveló WikiLeaks? Boudou dijo que se sentía el más pronorteamericano del gabinete.

Fueron revelaciones escandalosas que hablaban de su hipocresía y triple discurso. El Che Guevara en los actos, abrazado a Hebe Bonafini y el play boy que tripula imponentes motos Harley Davidson en la vida real. Anoche un dirigente massista lo ubicó en la “Agrupación Isidoro Cañones” de la frivolidad kirchnerista. En la intimidad, confesó ante la entonces embajadora de Estados Unidos, Vilma Martinez que habla inglés a la perfección, que le gusta surfear en las costas de San Diego, esquiar en las montañas nevadas de Aspen y como si esto fuera poco (ta tan ta tan…) confesó que es fanático del fútbol americano. ¿Era necesario? ¿Le piden tanto? Ninguna sobreactuación es buena. Preguntas incisivas para el ministro Boudou: ¿de quien es hincha? ¿De las Panteras de Carolina o de los Piratas de Tampa? Tal vez de los Chantas de Mar del Plata.

Ahora que semejante personaje es el presidente a cargo del país creo que todos deberíamos sentir un poco de vergüenza ajena. Ayer en Córdoba, otra vez se disfrazó de progre y atacó a Domingo Cavallo. Aquí el pecado también salpica al matrimonio Kirchner. Néstor fue el gobernador preferido del ministro del uno a uno, el que hizo todos los deberes y que por eso fue premiado con los tristemente célebres fondos de Santa Cruz que nadie sabe a donde fueron a parar. Y Cristina, una vez en mi programa de televisión se proclamó amiga de Cavallo cuando le pregunté a quien apoyaba en la interna del PJ de Capital. Lo tengo grabado y lo pasé en alguna ocasión. Además, ya se sabe, los Kirchner compartieron 7 veces boleta electoral con Carlos Menem a quien ahora satanizan como Boudou intentó hacer ayer con Cavallo.

Pero todas estas falsificaciones del pensamiento son un poroto al lado de las explicaciones que tiene que dar ante la justicia donde está imputado por varias causas de corrupción, por tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito.

La mas grande de todas es la vinculada al caso Ciccone donde aparecen sus huellas digitales por todos lados. La banda de descuidistas marplatenses, como los calificó Jorge Asís, hizo estragos y se enriqueció a la velocidad de la luz. Por eso su vida gira alrededor de Puerto Madero.

Amado todo el tiempo debe hacer méritos para que lo saquen de la congeladora a la que lo habían condenado sus propios compañeros del gobierno. Es tan grande su desprestigio social que lo tuvieron que ocultar en la campaña. Hasta Martin Insaurralde, uno de los dirigentes que revoloteó a su lado, le pidió tomar un poco de distancia. Hoy es el vice a cargo de la presidencia. La necesidad de sumar puntos le rompe los frenos inhibitorios de la obsecuencia.
 
Ayer dijo que “A Néstor y Cristina les importa más el país que su propia vida” y con eso edificó por enésima vez un altar de chupamedias. No lo quieren los peronistas históricos ni los pingüinos de la primera hora. Hasta los dos hombres más fuertes de adentro y afuera del gobierno, Carlos Zannini y Máximo Kirchner lo miran con desconfianza. Algunos dirán: ¿Qué le hace una mancha más al tigre de Rolando? Pero la mancha de Amado es el tamaño de la decadencia de este gobierno. Todos estamos obligados a ser esclavos de la ley y la Constitución y por lo tanto Amado Boudou debe ejercer porque tiene toda la legalidad. Pero carece de una mínima legitimidad política. Todos deseamos la pronta recuperación de la presidenta. Pero eso no significa ocultar la verdad y decir con todas las letras: Boudou presidente. Cristina lo hizo.